Caminaban hasta 50 kilómetros desde la sierra malagueña o la bahía de Cádiz, mientras eludían la presencia y, a veces incluso, vejaciones de la Guardia Civil
La miseria y el hambre obligó a muchas viudas de guerra o con sus maridos presos a traer el sustento a casa. Pocas podían costearse el autobús o el tren desde Ronda, Marbella, Estepona, el entorno de la bahía de Cádiz y el Campo de Gibraltar. No quedaba otra que caminar, a veces 50 kilómetros, de noche, campo a través, por si aparecía la Guardia Civil.
Vendían productos de campo para sacar luego desde Gibraltar, escondidos en sus ropas, productos de lujo en la época: azúcar, café, jabón y hasta medias de cristal.
La penicilina, era uno de los bienes más preciados. Fueron decenas de matuteras o recoveras las que acabaron en prisión. La Casa de la Memoria Histórica de Jimena ha querido ahora rendirle homenaje.