Este notario de 68 años tiene el récord de participaciones en un rally en el que ha sido secuestrado, ha pasado hambre, se ha perdido, retirado, pero también ganado como copiloto de camiones junto a Jordi Juvanteny.
El copiloto del KH-7 Ecovergy Team, José Luis Criado (Arjona, Jaén, 1957), que esta a punto de disputar su trigésimo quinto Dakar -récord de participaciones que este año compartirá con el francés Stéphane Peterhansel-, subraya que el rally más duro del mundo es "una escuela de vida" que te enseña a "relativizarlo todo".
"Si tienes aptitud y actitud para aprender, puedes interiorizar muchísimas cosas: la capacidad de esfuerzo, el espíritu de sacrificio, el saber entregarte a los demás y adaptarte a situaciones que quizá no harías por ti mismo", asegura el jienense.
Criado no habla del Dakar como quien repasa un palmarés, sino como quien recuerda el momento exacto en que una idea se convirtió en su destino. Tenía poco más de quince años cuando el rally le llegó por primera vez a través de la radio, en aquellas noches en las que el periodista José María García retransmitía el París-Dakar con Juan Porcar y medios casi artesanales. "Eso, a esa edad, me cautivaba", rememora.
Le atrapó, explica, por una doble vía: el espíritu de aventura y una pasión por el motor que ya entonces formaba parte de su día a día. "Hacíamos carreras con motos, preparábamos coches cuando éramos jóvenes… Siempre admiré esta competición", recuerda el andaluz, que escuchaba aquellas crónicas con la mentalidad de un niño y la curiosidad de quien intuía que allí había algo más que una carrera.
Años después, ya instalado en Barcelona para preparar las oposiciones a notaría, el Dakar dejó de ser solo una voz lejana cuando dos participantes se cruzaron en su camino. "¿Y tú qué sabes hacer?", le preguntaron. Criado no dudó: conducir, copilotar, ayudar en lo que hiciera falta. Meses después llegó la invitación definitiva: "Cogí la puerta, la abrí y he seguido el camino".
El participante en activo más longevo junto a Peterhansel reconoce que, desde su debut en 1991, el Dakar ha ido "mutando". Rememora los primeros años en África (1979–2007) como una etapa en la que primaban el "afán de aventura y la supervivencia" por encima de cualquier clasificación. "Allí no se trataba de competir, sino de sobrevivir. Había días en los que llegábamos y no había comida, y pasábamos dos o tres días sin comer, o faltaba combustible o enlazábamos una etapa con otra sin descanso. Todo era absolutamente nuevo: los vehículos eran rudimentarios, muy básicos… pero estaba la ilusión", repasa.
Con el salto a Sudamérica (2009–2019) y, más recientemente, a Arabia Saudí (2020-actualidad), el Dakar ha adquirido un carácter "más tecnológico", según apunta. La evolución de los vehículos y de los medios lo ha convertido en una carrera más pura, más profesionalizada, en la que equipos y pilotos han ido creciendo al mismo ritmo que la propia prueba.
Su paso por el Dakar está estrechamente ligado al del piloto Jordi Juvanteny, su compañero de cabina desde 1995, con quien ha forjado, más allá del palmarés -victorias en diversas categorías en los tres continentes del Dakar y el hito de ser los primeros en completar la carrera con un camión impulsado por hidrógeno-, una verdadera relación de "hermandad".
"Los mimbres que tiene Jordi se combinan con los míos y juntos hemos logrado formar un binomio, no diría perfecto, pero sí muy sólido, construido con cariño, esfuerzo y la dedicación a un mismo proyecto, a una misma ilusión", reflexiona.
No han estado exentos de momentos difíciles, algunos rozando la supervivencia, como aquel episodio en 1996 en Mauritania, cuando fueron secuestrados y llegaron a despedirse ante el temor de ser fusilados. La recompensa de superar cada etapa extrema, asegura, "compensa cualquier miedo".
Sin embargo, no todos los años ha tenido la oportunidad de poner a prueba esa resiliencia. En 2020, justo antes de partir hacia Arabia Saudí, un positivo por covid truncó sus planes. "Fatal, fatal, durísimo…", confiesa. Criado recuerda que, pese a la frustración inicial, decidió adaptarse. La rabia dio paso a la nostalgia, y la melancolía se mezcló con gratitud por lo que ese tiempo le ofrecía: estar con sus hijos, disfrutar de la cabalgata de Reyes y saborear momentos que, en la vorágine del Dakar, admite que "rara vez se pueden permitir".
El 3 de enero de 2026, fecha de inicio de la 48ª edición del Dakar, el KH-7 Ecovergy Team alineará el primer camión híbrido de hidrógeno y electricidad de la historia, persiguiendo su tercera victoria consecutiva en 'Mission 1000', la clase especial diseñada para impulsar y poner a prueba tecnologías de movilidad alternativa y sostenible.
Criado, que a sus 68 años sigue enfrentándose al desierto con la misma ilusión del adolescente pegado a la radio, está preparado para una vida más tranquila, lejos de la adrenalina del Dakar, pero conservando la pasión que su padre le enseñó a poner en todo y la entrega por el camino que siempre le ha guiado.
"El viaje no está en el llegar, está en el proceso. Disfrutar del camino y mantenerlo, porque es una prueba preciosa, a pesar de que ha cambiado mucho y no es lo de antes, pero sigue siendo la carrera más dura del mundo", reflexiona.