En Despierta Andalucía hablamos con Mario Sanz, que se jubila tras más de tres décadas como farero.
Con su marcha se extingue en Almería un oficio casi desaparecido en España y deja en el aire el destino de su museo, un singular gabinete de curiosidades con 3.000 piezas dedicadas al mundo de los faros.
Mario Sanz, uno de los últimos fareros de España, se jubila tras más de tres décadas oteando el mar Mediterráneo desde el faro de Mesa Roldán, en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, ubicado en Almería. En Despierta Andalucía hablamos con él.
Con su marcha, se extingue en esa zona de Andalucía un oficio casi desaparecido en España, y queda en el aire el destino del singular museo que Sanz ha ido amasando y que se compone de 3.000 piezas dedicadas al mundo de las atalayas desde las que se vigila el mar.
El próximo 27 de septiembre será su último día en activo, después de más tres décadas pendiente de esta señal marítima que ayuda a los barcos en su navegación. Su deseo es mantener abierto el faro como museo y poder seguir mostrando las piezas que ha coleccionado a lo largo de los años.
“Desde que llegué en 1992 supe que sería el último en entrar aquí y empecé a guardarlo todo”, explica. Maquetas de faros, bombillas, piezas mecánica antiguas... y así hasta tres mil objetos que Mario Sanz ha ido recopilando, una colección que hasta solo se podía ver bajo solicitud a la Autoridad Portuaria, pero que él ahora quiere que esté abierto al público. Es su proyecto de futuro, una vez que a finales de septiembre acabe su vida como farero.
Sanz es uno de los pocos fareros que quedan en Andalucía. A partir de ahora, el faro será controlado por una empresa externa, tal y como ha sucedido en otros puntos del país. Una semana le queda de subir hasta la parte más alta de la torre y asegurarse de que el faro de Mesa Roldán guíe con su luz a los barcos en su travesía por el Mediterráneo.
Sus colecciones iniciales, creadas desde el mismo momento en que empezó su trabajo de farero, tomaron forma de museo en 2008 y desde entonces se han multiplicado con aportaciones de familiares de fareros, anticuarios, artesanos y visitantes, que incluso dejan piezas en la puerta cuando él no está.
La muestra incluye documentos históricos, fotografías, equipos de iluminación de distintas épocas —desde el aceite hasta la electricidad— y curiosidades que van de sellos y cómics a calcetines estampados con faros.
El museo recibe miles de visitas al año pese a que el acceso requiere cita previa. “La gente no se imagina cuántos sueñan con ver un faro por dentro. Yo pensaba que eran veinte, pero han venido miles”, cuenta sorprendido.
En sus paredes cuelgan las fotos de los fareros de Almería y Granada desde 1863 y de las 26 mujeres que entraron en el cuerpo a partir de 1969, así como la imagen de Mercedes Martínez Marín, la única persona nacida en la isla de Alborán. La asociación 'Amigos del faro de Mesa Roldán' trabaja por mantenerlo abierto. Ya cuenta con más de 730 miembros.
Mientras, en el exterior, el faro mantiene su función: su alcance nominal es de 23 millas (unos 40 kilómetros), aunque Sanz Cruz asegura haberlo visto brillar hasta 70 en noches despejadas.
La jubilación de Mario deja a Andalucía con apenas un puñado de fareros en activo, en lugares como Chipiona, Estepona o Cabo de Gata, aunque este último lleva meses de baja. El cuerpo se extingue y su relevo lo cubren empresas subcontratadas.