Los sanitarios, guardianes en primera línea

La pruebas PCR son extraordinariamente complejas y precisan de un personal altamente cualificado.

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30 mayo 2020

La Covid 19 no desaparecerá jamás. Conviene tenerlo presente, especialmente ahora que los contagios caen en picado y pudiera parecer que le hemos vencido. Y no es así. En absoluto.

El virus sigue agazapado esperando su oportunidad. Sin embargo hoy sabemos, mucho mejor que antes, como hacerle frente y como desactivar su capacidad de contagio. En ese nuevo campo de batalla, los centros de salud juegan un papel decisivo.

Los ambulatorios son hoy territorios casi desiertos, pero esta inactividad es solo aparente porque en ellos se sigue trabajando a pleno rendimiento aunque de una forma muy diferente a la que hasta ahora conocíamos.

Hemos creado un doble circuito, un circuito habitual que los pacientes entran con su cita previa y los que tienen una patología respiratoria van a un circuito alternativo.

Solo en el distrito sanitario de Sevilla se programan, a diario, 130 pruebas PCR, las más precisas para determinar un posible contagio.

Marta, Gemma, Natalia y José Antonio están a punto de iniciar su jornada. Conforman uno de los cinco equipos que de lunes a domingo, en turnos de mañana y tarde, realizan las pruebas PCR a las personas que han sido derivadas desde centros de salud y hospitales de Sevilla. Hasta el pasado 21 de mayo se han realizado en España algo más de dos millones de pruebas de este tipo, 157 mil en Andalucía.

El procedimiento es rápido y sencillo. Los pacientes ni siquiera tienen que bajarse del coche.

La pruebas PCR son extraordinariamente complejas y precisan de un personal altamente cualificado. El análisis microbiológico persigue detectar y amplificar el material genético del patógeno, que en el caso concreto del Coronavirus es una molécula de ácido ribonucleico. Si la prueba la encuentra, el paciente habrá dado positivo.

En solo 24 horas el centro de salud recibirá el resultados de sus pacientes.

Y es aquí donde entran en juego los rastreadores, como ya son conocidos popularmente los técnicos del servicio de vigilancia epidemiología y los enfermeros de los centros de salud encargados de una importante tarea. Seguir las huellas de un posible contagio múltiple en el entorno de un paciente Covid.

Romper esa cadena no es tarea fácil. Se trata de averiguar en un tiempo récord quien o quienes estuvieron en contacto con el paciente 48 horas antes de sentirse enfermo, durante un mínimo de quince minutos y a menos de dos metros de distancia. En el domicilio, el trabajo o el vecindario. Y cada caso es un mundo en sí mismo.

El problema de fondo es que el Covid 19 es un virus discreto: Se extiende sin producir enfermedad aparente, puede replicarse sin provocar síntomas, saltar de una persona a otra y pasar desapercibido mientras tanto. Algo nunca visto hasta ahora.

De ahí que el riesgo de un rebrote, a corto o medio plazo, no pueda descartarse en absoluto. Lo que obligará a los sanitarios a redoblar esfuerzos con los medios a su alcance, que siguen siendo precarios, nos dicen desde el Sindicato Médico.

Sean cuales sean las condiciones, serán nuestros centros de salud los primeros en encajar el golpe de un rebrote imprevisto.

El Covid nunca desparecerá. Vino para quedarse y ha demostrado con creces su capacidad de propagación y resistencia. Puede que el calor estival atenúa su peligrosidad, pero volverá, porque nunca se ha marchado del todo.

De ahí que sea imprescindible no bajar la guardia, y eso sigue siendo una tarea compartida, que a todos nos atañe. Evitar contagiar y contagiarnos. Así de simple. Así de necesario.

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