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Adiós a Benedicto XVI, el papa teólogo

Los Reporteros reflexiona con expertos sobre la figura de Josef Ratzinger y las razones que le llevaron a renunciar al pontificado. 

CANAL SUR MEDIA 8 enero 2023

Se cumple una semana del fallecimiento del papa Benedicto XVI  en Roma. Miles de personas han pasado ante su cuerpo en la Basílica de San Pedro durante estos días para darle el último adiós. El funeral de Joseph Ratzinger, celebrado el pasado jueves, nos ha dejado una imagen histórica: es la primera vez que un papa, Francisco, oficia el funeral de otro Pontífice. Pero ¿quién fue realmente Benedicto XVI y cuáles fueron los motivos que le llevaron a renunciar al ejercicio del pontificado hace ahora 10 años? 

Su huella quedará enmarcada en unos zapatos rojos. Una tradición que recuperó junto con sombreros y vestimenta que le unían a otros tiempos de papado. Como la posibilidad de oficiar la misa en latín o la costumbre de dirigirse a la curia vaticana en esa lengua. Pero, detrás de esta imagen, ¿Quién era Joseph Ratzinger y cómo fue Benedicto XVI?

11 de febrero de 2013. A sus 85 años y sin haber cumplido 8 de papado, Benedicto XVI anuncia, sorpresivamente, que lo deja, que renuncia a seguir liderando la iglesia católica. Hay que remontarse al siglo XIII para encontrar una decisión semejante.

Diecisiete días más tarde, el 28 de febrero, estas imágenes dan la vuelta al mundo. Benedicto XVI sobrevuela en helicóptero, por última vez como pontífice, la ciudad de Roma camino de su retiro. En Castelgandolfo, primero y en el monasterio Mater eclesiae después, quizás repase su tiempo de pontificado. Quizás, su intensa vida.

Él nace en el seno de una familia modesta. Su padre era gendarme de policía y su madre era cocinera de un hotel. Son tres hermanos, dos de ellos sacerdotes, la otra no podía serlo porque era mujer, se llamaba María y fue la primera que murió. Él rápido entra en el seminario, a las once años, cosa muy habitual en aquella época. Tiene un ambiente de familia totalmente cristiana.

Su casa natal, en este pequeño pueblo de Baviera, en Alemania, donde nació el 16 de abril de 1927, es hoy un museo que recuerda a su vecino más ilustre. Dicen que con cinco años ya soñaba con ser cardenal, impresionado por la vestimenta del arzobispo de Munich. Siendo seminarista, estalla la segunda guerra mundial y de esta época data el pasaje más oscuro de su biografía: la afiliación a las juventudes hitlerianas.

Terminada, la guerra, es ordenado sacerdote en 1951 y continúa su formación teológica, en la que se vuelca. Primero, como alumno y, después, como profesor y catedrático en las universidades alemanas de Bonn, Münster y Tubinga. En esta última coincide con el teólogo suizo Hans Küng. Dos personalidades fuertes, dos visiones de la fe que protagonizarán famosos desencuentros.

El prestigio de Ratzinger hace que el cardenal de Colonia lo llame como asesor para el Concilio Vaticano II en el que forma parte del grupo de los teólogos progresistas. Una postura con la que resultará difícil identificarlo en el futuro. Hay una fecha clave para entender esa evolución: las revueltas del mayo del 68.

Nombrado arzobispo de Munich y Frisinga en 1977 y poco después cardenal, la llegada de Juan Pablo II va a ser decisiva. Se convierte en su mano derecha. El papa Woytila lo nombra, en 1981, prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, el relevo a la antigua inquisición. Sus polémicas con teólogos de la liberación a quienes prohibió la enseñanza, o sus postura conservadora en temas como el control de la natalidad o la homosexualidad le hacen ganar fama de duro. Pero es en esta época, también, cuando elabora lo que considera su gran trabajo eclesial: la redacción del nuevo Catecismo. También, cuando empieza a abordar la solución de un tema muy espinoso para la Iglesia, los abusos sexuales.

8 de abril de 2005. Un emocionado Ratizger preside, en su calidad de decano del colegio cardenalicio los funerales por Juan Pablo II. Solo once días más tarde… fumata blanca..., a sus 78 años y después de dos votaciones, sin grandes sorpresas, aparece en el balcón de la Basílica de San Pedro ya como Benedicto XVI. Será, no lo sabíamos entonces, un papado mucho más breve de lo esperado por su avanzada edad.

Tres veces visita España durante su pontificado. La primera, en 2006, a Valencia, para presidir el V encuentro mundial de las familias; la segunda, en 2010, como peregrino a Santiago y a Barcelona, para consagrar el templo de la Sagrada Familia. (Donde se muestra preocupado por la deriva laicista...)Y un año después, la última, a Madrid, para la jornada mundial de la juventud y que incluyó un encuentro con religiosas y profesorado en El Escorial, en el que estuvo Aurora.

Hay una curiosidad, además, que vincula la obra de Benedicto XVI con nuestro país, y en concreto, con Andalucía. En su libro, la infancia de Jesús, señala Tartessos, el reino que los historiadores sitúan entre Huelva, Cádiz y Sevilla, como la la tierra de origen de los reyes magos.

Son capítulos de un papado breve pero de una larga historia vinculada a la jerarquía eclesial. Aún hoy muchos se preguntan qué pesó más en su renuncia

Escándalos como el Vatileaks, la banca vaticana o cuestión de edad. La realidad es que, dos papas, uno emérito y otro en ejercicio, convivieron en suelo vaticano. Y quizás su relación no fuera como en la película "los dos papas", juntos viendo el fútbol. Pero sí, de un profundo respeto.

Para todos, el gran teólogo. Para algunos, el implacable prefecto de la doctrina de la fe. Sin duda, la mano derecha de Juan Pablo II y quien tuvo que afrontar problemas de calado para la Iglesia. Para la historia, el papa que consiguió dejar de serlo.

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