En vísperas del Día de Andalucía, en Los Reporteros nos preguntamos cuáles son nuestras fortalezas o debilidades, qué elementos definen nuestra identidad. Así nos vemos, y así nos ven, quienes un día decidieron quedarse en una tierra que es -también- una forma de entender el mundo.
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En vísperas del Día de Andalucía, en Los Reporteros nos preguntamos cuáles son nuestras fortalezas o debilidades, qué elementos definen nuestra identidad. Así nos vemos, y así nos ven, quienes un día decidieron quedarse en una tierra que es -también- una forma de entender el mundo.
¿Quienes somos y cómo nos sentimos siendo lo que somos? "Para mí Andalucía y ser andaluz es una identidad". "Un privilegio". "Significa ser diferente", dicen algunas de las personas que hemos consultado. ¿Somos lo que decimos que somos, o somos lo que los demás ven en nosotros? La identidad, como la autoestima, no se ajusta a una única respuesta, pero quizá encontremos el rastro de lo que realmente somos si nos miramos una vez más en el espejo.
Andalucía es una tierra plural pero muy acostumbrada a lidiar con viejos tópicos, esos que se gestaron hace 500 años y que los viajeros europeos del siglo XIX convirtieron en estereotipo, como nos comenta Alberto Egea, profesor UPO e Investigador Centro de Estudios Andaluces. "Andalucía ha fascinado a los viajeros, y lo que mas les atraía era el carácter oriental, encontrarse en la Alhambra, en la Mezquita de Córdoba o en el Alcázar de Sevilla. Era algo que encontraban exótico y muy típico, algo que fuera tan diferente que llamara la atención de sus lectores".
O sea, holgazanes pero pintorescos. La fórmula, mal que nos pese, tuvo un enorme éxito y muy pronto encontraría en el cine el vehículo idóneo para consolidar y extender el tópico, como esos personajes de Miguel Ligero. Y fue así desde el principio. Lo primero que los camarógrafos de los hermanos Lumiere rodaron en España, allá por 1895, fue una corrida de toros, y algo más tarde, en la primera película sobre Cristóbal Colon, los marineros celebraron el descubrimiento de América...bailando por sevillanas.
En un manual de estudio de los años cincuenta del pasado siglo puede leerse que los andaluces hablan un castellano con gracejo, que cantan seguidillas y saetas, tocan la guitarra y visten con zahones y peinetas.
Acompañamos a unos jóvenes al Museo de la Autonomía. Representan la tercera generación de andaluces desde que hace 42 años Andalucía se equiparara a las comunidades históricas aprobando, contra viento y marea, su Estatuto. Sucedió el 28 de febrero de 1980, una fecha trascendental que pasado mañana conmemoramos.
Y hablamos con extranjeros asentados en Andalucía como la anticuaria Karen Elizabeth Howarth, que llegó en plena efervescencia política, cuando todo era posible. España estrenaba democracia tras una dictadura de cuatro décadas y Andalucía despertaba de su letargo. "Yo me sentí que venía de un sitio muchísimo más moderno que esto. No obstante, donde me quedé es en Sevilla. En Andalucía respiré un frescor. Andalucía hoy en día es quizás más moderna, pero se mantienen las tradiciones".
Con el directo Alberto Rodríguez analizamos la imagen de Andalucía en el cine: "Pocas películas han explorado con tanta crudeza la incertidumbre de aquellos años de transición en los que una Andalucía esencialmente rural y aislada buscaba su identidad partiendo de la miseria y el abandono. No me identifico demasiado con una bandera, me cuesta bastante, pero me siento andaluz, porque siempre me lo he sentido".
Alberto Rodríguez trabaja estos días en el montaje de su nueva película, así que nos recibe en su estudio, a pleno rendimiento. La imagen es su especialidad y su territorio, pero tratándose de Andalucía, la forma que nos devuelve el espejo, nos confiesa, es compleja: "Por suerte poliédrica, o sea, que tiene muchas caras. A mi no me importa que las tradiciones y las formulas clásicas estén ahí, creo que forman parte de nuestra identidad, lo que no deben es cegarnos, que debemos ver que está la posibilidad de entender que siempre hay un camino y un futuro y que no debemos pararnos ni pa tomar aire"
También nos da su visión Ramón González, doctor en Robótica y Medalla de Andalucía. "Si a mi me dicen, un hijo de un ganadero, que iba a trabajar para la NASA, eso es absolutamente imposible, pero lo he conseguido, que sueñen grande. La trayectoria vital y profesional del almeriense Ramón González, un reputado experto en robótica que fue , incluso, fichado por la NASA, es el vivo ejemplo de que el progreso del que hablamos es posible con dedicación y esfuerzo, y sin complejos". A su juicio, "Andalucía, afortunadamente, tiene centros referentes en el planeta sobre I+D, la punta de lanza de la tecnología mundial".
Adela Muñoz, catedrática de Química y escritora, también reflexiona en este reportaje: "Yo me considero esencialmente ciudadana del mundo, particularmente como científica, pero me considero antes que nada andaluza". Adela Muñoz es catedrática de Química inorgánica en la universidad de Sevilla, y además una de las escritoras que mejor ha explicado y divulgado los avances científicos y sociales, dos movimientos de vanguardia que, sin el concurso de las mujeres, no habrían sido posibles. "Las mujeres han tenido un papel protagonista a lo largo de la historia, lo que pasa es que no se ha sabido ver."
En esta línea, la periodista Norma Wassaul, que llegó poco antes de que comenzara la Expo del 92, un acontecimiento que trajo el mundo a Sevilla y que propuso, desde Andalucía, un modelo de integración y entendimiento universales nunca visto hasta entonces. "Yo soy argentino-alcarareña-sevillana-andaluza-española, soy una mezcla de todo, también en la sangre, porque mi abuelo era gallego, mi abuela era guaraní, mis padres eran árabes, yo vengo ya de un país donde hay mucha integración, y lo que tiene también Andalucía es que integra. Al principio no entendía lo que hablaban y luego el cerebro hizo clac! y dije, aquí quiero vivir".
EL HABLA ANDALUZA
El habla andaluza -o mejor seria decir, las hablas andaluzas, porque hay casi tantas como comarcas hay en Andalucía- es una seña de identidad que, sin embargo, se nos vuelve en contra cada vez que nuestro acento se interpreta como un síntoma de incultura. Manu Sánchez, artista y comunicador, afirma que "se puede hablar un andaluz muy culto, muy coloquial y muy vulgar, que tampoco deberíamos caer en la trampa que hablar en andaluz es siempre sinónimo de hablar bien. El andaluz también hay que cuidarlo, quererlo y mimarlo".
La verdadera vocación de Manu Sánchez trasciende el escenario y los platós, porque incluso en ellos, donde se revela como un cómico de altura, habla como debe hablarse, sencillamente. "Las hablas andaluzas siguen vivas, evolucionando, y de un tiempo a esta parte, gozan de un poco más de prestigio".
En este reportaje también escucharemos las opiniones de Charly Geer., profesor de Inglés, el actor Ken Appledorn, Antonio Luque, secretario general Grupo alimentario DCOOP, Pedro Sánchez, Chef Estrella Michelín, Carolina Marín, campeona mundial de bádmington, o la cantaora Estrella Morente, con quienes analizamos qué imagen nos define como pueblo.