Tan a disgusto se sentía que ni siquiera le brintó un té.
-Señor Darwin, debo decir que usted vive de forma muy austera. Quizá debería hacer de su hogar un lugar más confortable. ¿O acaso pasa tan poco tiempo dentro de su casa que ni siquiera le importa?
-Tiene razón su excelencia. Me paso la mayor parte del tiempo dentro de mis pensamientos. Ellos son mi verdadero hogar.