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Un año de la segunda huída de Puigdemont: "Hoy estaría en prisión"

CANAL SUR MEDIA 8 agosto 2025

El expresidente de la Generalitat y líder de Junts, Carles Puigdemont, ha afirmado este viernes que, si hace un año hubiera sido detenido tras su regreso a España para asistir al debate de investidura del actual presidente de la Generalitat, Salvador Illa, "hoy aún estaría en la prisión y, probablemente, a punto de ser juzgado y condenado".

Lo ha dicho en un mensaje publicado en 'X' recogido por Europa Press, en el que ha recordado que este mismo viernes se cumple un año desde que compareció públicamente en Barcelona tras casi 7 años residiendo en Bélgica tras el 1-O.

Ha explicado que su intención era acudir al Parlament como diputado para asistir a la votación de investidura, pero que, debido a la orden de detención en vigor, cualquier intento de acceder al recinto habría supuesto "una entrega voluntaria", algo que ha asegurado que nunca ha contemplado.

Ha justificado su regreso alegando "una razón democrática fundamental", ya que había sido elegido diputado y consideraba que tenía el derecho y el deber de participar en la sesión, y también ha defendido que la Ley de Amnistía ya estaba en vigor y que el Tribunal Supremo "no tiene base legal para ignorarla".

"ANOMALÍA DEMOCRÁTICA GRAVE"

Según Puigdemont, su acción buscaba "denunciar una anomalía democrática grave" y romper los planes represivos del Estado español, textualmente, al tiempo que ha criticado la pasividad del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la estrategia de normalidad que, en sus palabras, promueve Illa.

"Si ellos me quieren encerrado e inhabilitado, mi deber es intentar hacer exactamente lo contrario", ha sostenido, y ha reivindicado que su regreso fue posible gracias al compromiso y la audacia de muchas personas, así como a los ciudadanos que se movilizaron ese día.

Puigdemont ha concluido su mensaje apelando a mantener la posición pese a las dificultades: "No siempre es cómodo ni agradable, pero es una actitud fundamental que no deberíamos abandonar nunca".

UNA JORNADA FRENÉTICA

Este viernes se cumple un año de una de las jornadas más frenéticas e inverosímiles de la historia reciente de la política catalana: el día en que Carles Puigdemont regresó a Cataluña pese al riesgo de ser detenido, dio un discurso ante sus fieles y se esfumó, mientras Salvador Illa era investido president.

¿Qué consecuencias tuvo aquella jornada? ¿Hasta qué punto se han cumplido las expectativas que entonces albergaban sus protagonistas?

Eran las 08:57 horas del día 8 cuando Puigdemont -flanqueado por sus lugartenientes de JxCat- irrumpió entre vítores en el paseo Lluís Companys de Barcelona, donde más de 3.000 simpatizantes lo agasajaron en su arriesgado retorno, tras siete años huido en Bélgica y con una orden de detención vigente.

Los Mossos lo esperaban en los aledaños, pero, tras pronunciar un brevísimo discurso, Puigdemont se metió de incógnito en un coche y burló la vigilancia policial, sin intentar acceder -como había prometido- al debate de investidura en el Parlament.

Pese a que los Mossos activaron el dispositivo 'Jaula' para atraparlo y desplegaron 600 efectivos, Puigdemont se refugió primero en un piso y, pasadas las once de la noche, logró cruzar la frontera en coche, acompañado por Jordi Turull, por una carretera secundaria, en Maçanet de Cabrenys (Girona).

Tres agentes de los Mossos -a quienes ya se les ha levantado la suspensión de empleo y sueldo- fueron acusados de facilitar la huida de Puigdemont, y la juez que los investiga por un delito contra la administración pública ha prorrogado la causa -que finalizaba este agosto- por un periodo de seis meses.

Después de que Puigdemont se volatilizara tras su breve discurso frente al Arco de Triunfo, en el Parlament arrancó a las 10:00 horas el debate de investidura, en un clima de estupor e incertidumbre, incluso en las filas de Junts, la gran mayoría de cuyos dirigentes desconocían por completo los planes de fuga de su líder.

Para añadir dramatismo a la mañana, el vicepresidente primero de la Mesa del Parlament y diputado del PSC, David Pérez, sufrió un problema cardíaco y tuvo que ser hospitalizado de urgencia, por lo que su voto -crucial para investir a Illa- tuvo que ser delegado.

Aunque circularon rumores de que Puigdemont había podido colarse en las dependencias del Parlament y en cualquier momento irrumpiría en el salón de plenos, todo era una maniobra de distracción: Illa fue investido con los votos de PSC, ERC y Comuns, mientras el líder de Junts burlaba a los Mossos y provocaba el enojo del entonces jefe de la policía catalana, Eduard Sallent.

Un año más tarde, y después de que el Tribunal Constitucional (TC) haya avalado la ley de amnistía, Puigdemont sigue esperando a que se den las condiciones para poder volver sin riesgo.

El pasado julio, presentó un recurso de amparo ante el TC para pedir que se le aplique la amnistía que le denegó el Tribunal Supremo y se suspenda de forma cautelarísima la orden de detención.

En las filas de Junts, las esperanzas de un retorno a corto plazo están depositadas en estas medidas cautelarísimas solicitadas al TC y en lo que dictamine el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), que debe pronunciarse sobre la amnistía a raíz de las cuestiones prejudiciales que varios jueces y tribunales le han elevado, para saber si el perdón del delito de malversación -que imputan a Puigdemont- tiene encaje en la legislación europea.

TC y TJUE son las dos cartas que le quedan. "O le permiten volver entre finales de año y principios de 2026, o ya difícilmente lo conseguiremos", apuntan fuentes de la dirección de Junts consultadas por EFE, que advierten de que, si Puigdemont no puede beneficiarse de la amnistía, la actual legislatura española perderá su sentido.

Puigdemont sigue sin poder cumplir su objetivo de volver -debe delegar su voto como diputado del Parlament-, pero es crucial para la gobernabilidad en España y puede condicionar al Gobierno de Pedro Sánchez en el Congreso.

Mientras tanto, Illa apuesta por devolver la "normalidad" institucional a Cataluña tras los inestables años del 'procés', aunque, al carecer el PSC de mayoría absoluta, depende de sus socios de investidura, ERC y Comuns.

Un episodio de "normalización" política por parte de Illa consistió en recibir, uno por uno, a sus predecesores en el Palau de la Generalitat -incluido Jordi Pujol-, pero todavía no ha habido un encuentro con Puigdemont. "La relación entre ambos es prácticamente inexistente", aseguran fuentes socialistas.

Queda por saber qué papel político querrá jugar Puigdemont -ahora presidente de Junts y diputado del Parlament- si finalmente consigue volver a Cataluña.

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