El ejército de mercenarios rusos que este sábado ha protagonizado una rebelión armada en Rusia ha comenzado a retirar sus fuerzas de ciudad de Rostov del Don tras llegar a un acuerdo con las autoridades rusas
Los milicianos de Wagner abandonaron ya el territorio del cuartel general del ejército ruso ubicado en esa urbe, que habían tomado hoy "sin un disparo", según las declaraciones del jefe del grupo, Yevgueni Prigozhin.
Según el diario Kommersant, los lugareños acudieron en masa a despedir a los wagneritas. "Gracias por venir hoy aquí. Por fin empecé a creer en este país", dijo uno de los habitantes de Rostov del Don a los milicianos de Wagner, según recoge el diario.
Los lugareños gritan "Wagner", aplauden y hacen fotos con el equipo militar que abandona la ciudad, agrega el medio.
La retirada de los combatientes del grupo mercenario de Rostov del Don se produce menos de dos horas después de que Prigozhin anunciara que Wagner volverá a sus bases para evitar un derramamiento de sangre en Rusia.
Prigozhin hizo esta declaración cuando las fuerzas de Wagner estaban a unos 200 kilómetros de Moscú y después de llegar a un acuerdo con las autoridades rusas gracias a la mediación del líder bielorruso, Alexandr Lukashenko.
Los términos del acuerdo por el momento se desconocen.
ESTE ES PRIGOZHIN, EL LÍDER DEL GRUPO WAGNER
La figura de Yeugueni Prigozhin solo se entiende en la convulsa Rusia de la década de los noventa. Nacido en San Petesburgo en 1961, con diecisiete años recibe una sentencia por robo, y con veinte ingresa en la cárcel en donde permanecerá hasta 1990 por cometer fraude entre otros muchos delitos. Pero cuando sale libre, la URSS se desmorona y nace la nueva Rusia. Aquí empieza el ascenso de Prigozhin: comienza vendiendo perritos calientes y en cinco años compra una cadena de supermercados, abre un restaurante -que utiliza como red de contactos- y lo que es más importante: se hace con un barco que navega en el río Neva, y que el recién elegido presidente ruso, Vladimir Putin, elige como lugar de encuentro con sus invitados. Estamos en el año 2000 y el pertfil de Prigozhin se agranda.
Crea una firma de cátering contratada por el Kremlin, y durante más de una década mantiene negocios con el gobierno ruso. El gran salto lo da en 2014, con la fundación del grupo de mercenarios Wagner, sin importarle que las compañías militares privadas eran ilegales en Rusia en aquellos años. Y Wagner crece: Putin le proporciona una base de entrenamiento en el sur, y los mercenarios comienzan a intervenir en conflictos: en la región ucraania de Lugansk, en Siria, y en África, como brazo armado de juntas militares golpistas, como sucedió en Mali.
Así hasta llegar a la guerra de Ucrania y a la vuelta de tuerca que ha supuesto el amago de motín contra Moscú.
Apodado el cocinero de Putin, muchos analistas piensan que Prigozhin terminará por embutirse el uniforme que más se adecúa a su estampa; el de presidiario.
KIEV CONSIDERA LA REBELIÓN COMO UNA HUMILLACIÓN AL KREMLIN
La presidencia ucraniana considera que el jefe del grupo de mercenarios rusos Wagner, Yevgueni Prigozhin, humilló al Kremlin y evidenció el desgaste del poder del presidente Vladímir Putin, pese a su renuncia a avanzar sobre Moscú tras negociar su retirada con Bielorrusia.
"Fue una elección fenomenal... Casi anulas a Putin, tomas el control de las autoridades centrales y de pronto te retiras... porque un intermediario de dudosa reputación (Alekandr) Lukashenko te promete garantías de seguridad", escribió el asesor de la presidencia, Mijailo Podoliak, en su cuenta en twitter.
La "élite de Putin" ha vivido 24 horas de temor, prosigue el mensaje del asesor del presidente Volodímir Zelenski, para aseverar finalmente que Prigozhin "humilló" con ello al líder del Kremli y demostró que no tiene el "monopolio de la violencia".