La joven ucraniana ha pasado largas temporadas viviendo en Sevilla. Su padre de acogida lo ha dejado todo para salir a su encuentro en Polonia y traerla, junto al resto de su familia, a un lugar seguro.
Un millón de personas han huido de Ucrania en tan solo una semana. Es el dato aportado por el Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas ( ACNUR) que avisa de que podríamos hablar de cuatro millones de refugiados en poco tiempo. Según UNICEF 500.000 niños han tenido que dejar su hogar desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania. Durante estos días, la solidaridad con el pueblo ucraniano desborda previsiones en Andalucía y son muchas las familias dispuestas a acoger a niños que sufren las consecuencias de la guerra.
Del millón de refugiados que reporta ACNUR centramos la mirada en Oksana. Una joven que siendo muy niña llegó a Sevilla en un programa de acogida para menores afectados por el desastre de Chernobil.
Al principio venía cada verano. Luego sus estancias se fueron prolongando y se quedó a estudiar en Sevilla. En la ciudad hizo amigos, disfrutó de fiestas y tradiciones y creció al calor de una familia con la que ha compartido parte de su infancia. Con 17 años decidió volver a su país y matricularse en Traducción en la Universidad de Kiev. Como el de millones de personas, su mundo saltó por los aires hace nueve días.
En Sevilla, su padre de acogida, José Manuel Castillo, no se lo ha pensado. Ha llenado el depósito, ha cogido una mochila y ha ido a buscarla. Recorrerá más de 6.000 kilómetros, para encontrarse con Oksana.
Si todo va bien, este sábado se reencontrarán y toda la familia de la chica, su madre y sus tres hermanos viajarán a Sevilla. En la ciudad andaluza todo el mundo se ha volcado y ya están buscando una casa para ellos, un hogar en el que respirar tranquilos y esperar tiempos mejores.
Miles de ucranianos que no han podido salir del país llevan días escondidos, esperando un alto el fuego que de momento no llega. A la espera de que se abra un corredor humanitario, muchos arriesgan su vida desplazándose hasta las ciudades más próximas a las fronteras, como Leópolis.