Ostenta los cargos más relevantes en el Gobierno -vicepresidenta primera- y en el PSOE -como número dos de Pedro Sánchez-. A los equilibrios que tiene que hacer para defender la financiación singular de Cataluña se ha sumado la crisis con Sumar por la tributación del SMI. Ha puesto "la mano en el fuego" por su jefe de gabinete, acusado por Aldama.
Montero tendrá que reorganizar el partido partiendo de la cita de este fin de semana: en los congresos provinciales, sólo Sevilla se perfila con una única candidatura.
María Jesús Montero ostenta los cargos más relevantes en el Gobierno -vicepresidenta primera- y en el PSOE -como número dos de Pedro Sánchez-. Ella despeja las dudas sobre su capacidad para abarcar tanto porque, dice, trabaja en equipo. Una imagen que se ha deteriorado con el choque público con Sumar por el Salario Mínimo y que se une a los equlibrios que tiene que hacer para defender la financiación singular de Cataluña y a su jefe de gabinete, Carlos Moreno, a quien Víctor de Aldama asegura que pagó por un favor.
Como mano derecha de Pedro Sánchez en el Gobierno y en el partido a nivel nacional, Montero tiene varios frentes abiertos. El último, su enfrentamiento público con Sumar, socio de coalición, por la tributación del Salario Mínimo. Pese al forzado abrazo público en un acto sobre la Transición, ni Yolanda Díaz ni ella podían disimular su incomodidad en el Congreso.
Su respuesta siempre es la del trabajo en equipo. De hecho, a Madrid se llevó el que tenía en la Junta. Y a todos los defiende con uñas y dientes; como a su número dos en Hacienda, a quien dice Víctor de Aldama que pagó por un favor, desmentido categóricamente por el mencionado. Misma estrategia para su desembarco en Andalucía, incluso con su predecesor. Eso sí, por ahora, mantiene su puesto a la diestra de Sánchez en Ferraz. De hecho su nombre sonó como relevo cuando el presidente se tomó cinco días de reflexión.
Bregada en el cuerpo a cuerpo, alardea de conciliar opuestos. Y no ve contradictorio defender la igualdad con una financiación específica para Cataluña. Niega ser una candidata a palos y afirma que asume con ganas el liderazgo del PSOE andaluz. Sólo el tiempo dirá si consigue engrasar todas las piezas y que niguna se salga del carril.
Además, tras el "paso al lado" de Juan Espadas, se llega al cónclave con la única incógnita de cuál será el equipo de la nueva responsable regional, que solo ha desvelado que las personas que le acompañen en esta etapa tendrán que dedicarse "a tiempo completo" a las tareas que les correspondan en Andalucía. Es algo que ella, vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, no podrá hacer en el próximo año y medio escaso que queda hasta las elecciones regionales, ya que ha descartado dejar ninguna de sus responsabilidades actuales.
Montero tendrá que reorganizar el partido partiendo de la cita de este fin de semana, que confía en que sea "de unidad y esperanza" y que abre la puerta a los congresos provinciales. Aunque el calendario orgánico otorgaba de plazo hasta junio, las ocho provincias los han convocado ya entre la última semana de marzo y la primera de abril, por lo que en mes y medio estarán diseñadas las direcciones provinciales que acompañarán a Montero, que busca listas de consenso que eviten la celebración de primarias.
Por el momento la única en la que parece estar claro un nombre es Sevilla, donde no se cuestiona la continuidad de Javier Fernández, presidente de la Diputación, mientras en Granada todo apunta a que el actual delegado del Gobierno, Pedro Fernández, tomará el relevo del actual secretario provincial, José Entrena, que ya ha anunciado que no repetirá. En otros casos los liderazgos están más en el aire, como el de Jaén, donde después de 15 años Francisco Reyes anunció su intención de dejar paso a otra persona siempre que hubiera unidad, algo que no ocurre tras el anuncio de la actual portavoz en el Parlamento, Ángeles Férriz, de optar a una secretaria general para la que sonaba el nombre de Juan Latorre, alcalde de Arjona. Lo mismo ocurre en Cádiz, donde la irrupción de Juanjo Armario cuestiona el liderazgo de Juan Carlos Rodríguez Boix, uno de los más críticos en los últimos años con Juan Espadas.