Pablo Machín aterrizó en el Sevilla Fútbol Club el pasado mes de mayo. Tras un año convulso, con hasta tres inquilinos en el banquillo, se iniciaba una nueva etapa. La apuesta no estaba exenta de riesgos. Era un técnico joven, español, con proyección tras su exitoso paso por el Girona Fútbol Club. Su reto era llevar a Nervión su ideario futbolístico.
Seis meses después, el 'método Machín' parece que funciona. El equipo se muestra sólido y transmite buenas sensaciones traducidas en resultados. Machín es autodidacta y amante profundo de su profesión. En su filosofía no está el radicalismo. Dice que le gusta que sus equipos sean valientes, pero que esa valentía no se equipare al suicidio. Parece que los clásicos se alían con él, pues es partidario de la idea de que en el término medio es donde está la virtud.