Traída por los colonos que llegaron a la localidad sevillana en el siglo XVIII, se celebra cada Domingo de Resurrección.
Cañada Rosal, en Sevilla, es una de las localidades andaluzas que guardan muchas tradiciones ligadas a los colonos llegados del centro de Europa en el siglo XVIII. Entre esas tradiciones están la de los huevos pintados, una fiesta muy especial que en cada Domingo de Resurrección festejan en sus calles y plazas.
Nada más entrar en Cañada Rosal ya se respira la fiesta de la Pascual, con calles adornadas con huevos gigantes, coloridos y vistosos, que recuerdan una tradición que se ha mantenido ya durante casi tres siglos, como destaca el alcalde, Rodrigo Rodríguez.
Y siguen siendo los más pequeños quienes la viven con especial ilusión. En el colegio han ido pintando los huevos a mano, y este domingo los exponen y concursan en la plaza de Santa Ana, centro neurálgico de la celebración.
En esta fiesta quedan patentes las muchas huellas que dejaron las familias extranjeras que llegaron en el siglo XVIII y echaron raíces. Los niños se visten de colonos y comparten una gastronomía donde pervive lo nuestro con lo que llegó del norte de Europa.
La fiesta concluye con juegos en las calles y escuchando a sus bandas de música.