En el Día de Todos los Santos en Los Reporteros recorremos algunos de los cementerios más singulares y bellos de Andalucía, lugares de recuerdo, memoria y homenaje a los que ya no están
Los cementerios son como libros de piedra. Sus muros guardan historias, nombres, fechas, páginas silenciosas de muchas vidas. Cada 1 de noviembre, los camposantos de Andalucía, se visten de cal y flores. Es un día para el recuerdo, para reencontrarse con quienes se fueron y con una tradición milenaria que poco a poco se apaga, como una vela, resistiéndose aún al viento del tiempo. Un día para detener la mirada en estos lugares donde, más allá de la muerte, habita la memoria y la identidad de cada pueblo.
El cementerio de Casabermeja tiene la belleza sencilla de un pequeño pueblo andaluz, con calles estrechas y empinadas, fachadas encaladas y rejas de forja. Nació como un camposanto para quienes no podían pagar una sepultura dentro de la iglesia.
A finales del siglo XVIII, Carlos III prohíbe, por motivos de salubridad, los enterramientos en el interior de los templos. Los vecinos más pudientes del pueblo se ven obligados a inhumar aquí a sus familiares. Comienzan entonces a levantar un tipo de nicho imitando la fachada de la iglesia. Es la posible explicación al porqué de estas construcciones.
Estos singulares frontones, que se divisan desde la carretera, dieron lugar al falso mito de que en Casabermeja los muertos se enterraban de pie.
Los vecinos sienten este cementerio como algo suyo y lo conservan con cariño y respeto. Cuando se acerca el mes de noviembre, blanquean los nichos y repasan cada grieta, como lo hacen con sus propias casas, y en ese cuidado el cementerio sigue vivo.
Fue el primer cementerio andaluz en contar con una figura de protección. En 1980 se inició el expediente para declararlo Monumento Nacional y desde 2006 es Bien de Interés Cultural.
El cementerio es parte del paisaje en Villaluenga del Rosario y, a la vez, testimonio vivo de la historia y de la resistencia de la Sierra de Cádiz.
Las ruinas de la antigua Iglesia del Salvador se convirtieron en camposanto. Los muros de piedra que quedaron en pie cobijaron los nichos y, donde antes hubo altares o bancos, descansan ahora los vecinos del pueblo, en una distribución desordenada, pero llena de encanto.
No quedan registros, solo la memoria oral transmitida de generación en generación. Hoy los más mayores, como Rafael, aún recuerdan cuando se enterraba en la tierra, incluso sin ataúdes.
Estos muros cobijan la memoria de todos sus ancestros. Padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelo, las raíces de los apenas quinientos habitantes que hoy tiene Villaluenga se pierden en el tiempo. Es el pueblo más pequeño de la provincia de Cádiz. Aquí todos se conocen.
Cuando se acerca noviembre, el cuidado de los nichos es un gesto de cariño que va más allá de la familia y la solidaridad entre vecinos incluso más allá de la vida.
Forma parte de la Ruta Europea de Cementerios, un itinerario cultural del Consejo de Europa que reconoce a los camposantos como espacios de memoria, arte e historia.
El cementerio de San Rafael en Monturque, Córdoba, también forma parte de la Red Europea de Cementerios. Su singularidad está en ser el único que conserva entre sus muros un patrimonio arqueológico declarado Bien de Interés Cultural.
Este camposanto se construyó a principios del siglo XIX sin saber lo que escondía el subsuelo. El descubrimiento de las cisternas fue casual.
María José Priego guía las visitas al interior de las cisternas y ayuda a comprender el valor de esta obra de ingeniería con la que los romanos abastecían de agua unas termas públicas.
Antes de convertirse en museo, las distintas cámaras de estas cisternas fueron una parte más del cementerio, albergaron panteones y el antiguo osario. Capas de historia. Pasado y presente. Monturque ha conseguido aunar patrimonio, turismo y memoria.
Al caer la tarde, las luces de los faroles se unen a las de las velas y nuevas manos mantienen viva la llama de la tradición. Más allá de la muerte, entre los muros de nuestros cementerios, la identidad, la historia y la memoria siguen vivas.