En esta nueva entrega, “Los Repobladores” pone el foco en dos historias protagonizadas por personas que han apostado por pueblos andaluces para cumplir sus sueños personales y profesionales.
En Monachil, Granada, María Reyes que nació en Sevilla, pero con 11 años se trasladó a Madrid. Lila, nombre por el que la conocen todos, estudió allí Derecho y comenzó a trabajar en una asesoría llevando asuntos legales, pero muy pronto se dio cuenta de que trabajar en una oficina no iba con ella. En 2009, en plena crisis económica la despidieron del trabajo con un contrato indefinido y a partir de ese momento empezó a darse cuenta de que tenía que cambiar de vida. Hizo algún intento más trabajando en consultoras, en el registro de la propiedad… pero finalmente optó por irse de mochilera viajando por Sudamérica.
Sin embargo, su vida realmente cambió cuando una amiga suya le pidió que le cuidara la casa en Monachil. Ella había tenido hacía poco a su hija y pensó que no les vendría mal quedarse allí una temporada. Pero no fue una temporada. Lila descubrió que este era su lugar en el mundo y nunca más se movió de allí. Ahora lleva 13 años en Monachil, renunció a su profesión de Derecho y ha criado allí a su hija, que ya es mayor de edad. Actualmente se gana la vida elaborando cosmética natural, un interés que surgió en ella en sus salidas al campo porque es amante de la naturaleza. Su familia le decía que estaba loca por vender jabones y no estar en un despacho de abogados pero ella siente ahora que tiene la vida que naturalmente le pertenecía.

También conoceremos a Javier (45) que nació en Madrid y se crio en Bilbao. Es Guardia Civil y ha pasado prácticamente por toda la geografía española a lo largo de sus quince destinos. Sin embargo, dejó atrás la vida urbana muy joven porque aborrece la ciudad, no le gustan las aglomeraciones, el estrés y la falta de humanidad.
En cambio, valora la vida en los pueblos, así que como agente del SEPRONA siempre ha elegido destinos rurales. La Guardia Civil le ha permitido hasta la fecha ir de pueblo en pueblo, que es lo que le gusta. Su llegada a Cabo de Gata se debió tanto a motivos personales como profesionales. Su mujer es de Almería y le dijo que estaba cansada de tanto cambio de destino y que quería fincarse definitivamente en su tierra, así que como él no quería vivir en Almería capital eligieron Cabo de Gata como destino en el que quedarse definitivamente.