La habilidad motriz fina, que se adquiere en los primeros años, es fundamental para la vida. Permite la ejecución de movimientos precisos y coordinados con los pequeños músculos de las manos y los dedos. Esta destreza, que parece inconsciente y es esencial para tareas como asir objetos cotidianos, escribir, abrocharse, recortar o alimentarse, es un desafío para las personas con prótesis en brazos y manos, incluso para las más avanzadas y con tecnologías robóticas.