Este hallazgo, documentado en un nuevo estudio publicado en la revista Cell por un equipo internacional liderado por el paleogenetista Emilio Mármol-Sánchez, representa la primera vez que los científicos logran secuenciar con éxito ARN de un animal tan antiguo. Yuka no es solo un fósil congelado: es una cápsula del tiempo biológica que ha permitido observar la actividad genética real de un animal del Pleistoceno en sus últimos momentos de vida.