Historias de vida de la inmigración
Historias de vida de la inmigración

Dejaron atrás sus países en busca de una vida mejor

En Andalucía viven muchos inmigrantes que un día decidieron dejar su país de origen y buscar un futuro mejor

Con más o menos suerte, algunos de ellos han compartido con nosotros sus sueños y sus frustraciones

Hoy es el Día Internacional del Migrante y hay 272 millones de migrantes en el mundo, un 80 por ciento más que hace 20 años, según la ONU

18 diciembre 2019

Conocemos la historia de tres inmigrantes en primera persona. Sus caminos no han sido fáciles. Ellos son Lubab Khans, Babá Djibril y Mamadoú Diallo. Todos les une las ganas de mejorar, pero reconocen que la realidad es mucho más dura de lo que soñaban.

Lubab Khans, 25 años, siria, filóloga hispánica. Vino hace un año para completar sus estudios. Mientras los acaba, su trabajo, en la comisión de ayuda al refugiado, y sus aficiones, le permiten hacer una radiografía de la migración. También colaborado en un programa de radio. Nos cuenta que cada extranjero que viene a Andalucía tiene su historia particular. Pero que a todos les une sus ganas de mejorar y de volver o ayudar a su país de origen.

Nos quedamos con estas frases de su testimonio: a nadie le gusta abandonar su país; he salido de mi país para buscar vida mejor; si yo tengo la carrera me gustaría ir a ayudar a mi pueblo, sobre todo, mejor las infraestructuras para el agua y la electricidad.

También conocemos a Babá Djibril. Tiene 22 años y es de Camerún. Quiere estudiar ingeniería. Tiene fuerzas para luchar. Pero reconoce que la realidad es mucho más dura de lo que soñaba. Lleva ocho años sin ver a su familia.

Llegó hace seis años a España, saltando la valla de Melilla. Pero tardó otros dos años en lograrlo, y de cinco amigos que iniciaron la aventura, tres murieron y otro está en sillas de ruedas. Estudia un grado superior para instalar placas solares. Y quier ser ingeniero.  

Mamadoú Diallo tiene 24 años y es de Mali. Ha venido a España porque en su país no hay seguridad, nos cuenta. Llegó en patera, con 120 personas más. La travesía duró tres días y Open Arms los salvó. Fueron tres días sin comer ni beber. Su decisión más difícil fue subir a la patera. Ahora busca trabajo. Sueña con quedarse en España y vivir mejor.

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