José Luis Mendilibar, el inesperado arquitecto de la séptima
Llegó para tres meses y con la tarea de ser un revulsivo para un Sevilla de capa caída y en la parte baja de la tabla.
Y acaba de hacer historia con el equipo.
Es el triunfo de la normalidad. Del hombre tranquilo que habla de fútbol delante de los periodistas de la misma forma que lo haría en la barra de un bar con los amigos. Enemigo de la deconstrucción del fútbol que ha convertido este deporte en algo exclusivo para estudiosos y cada vez más alejado del aficionado de a pie. Entre sus virtudes, llamarle al pan pan y al vino vino. Y también, ser agradecido.
Llegó para tres meses. En él, el Sevilla buscó justo lo contrario de lo que había. Y la solución funcionó, vaya si funcionó. Tipo peculiar, ni con la medalla colgada en el pecho saca pecho. Todavía no sabemos si la próxima temporada seguira siendo el entrendor del Sevilla, pero una cosa es segura: el aprecio que le tienen los suyos y los amigos que, pase lo que pase, por aquí dejará. Es José Luis Mendilibar. El inesperado arquitecto de la Séptima.
