El apagón pone a prueba a hoteles y al sector hostelero de Málaga

En una provincia como Málaga, donde el turismo tiene tanto peso, hoteles y restaurantes han sobrevivido al apagón como han podido. Aún es pronto para valorar daños, dicen, pero no para empezar a pensar que van a tener pérdidas.

Algunos negocios optaron por cerrar hasta que no volviera el suministro, y otros por mantenerse abiertos, aunque sin poder ofrecer el servicio habitual a los malagueños y a los muchos visitantes que habían optado por venir a Málaga.  

Casi todos los bares y restaurantes de la ciudad tuvieron que trabajar a oscuras, con velas o lámparas a pilas, y ofreciendo comida que no necesitaba ser calentada. El pago, por supuesto, solo podía hacerse en efectivo, y muchos locales optaron por cerrar sus puertas. 

Casi todos los comercios del centro de la capital cerraron y sus plantillas permanecieron dentro por si volvía la electricidad. Los que seguían abiertos lo tenían difícil, como es el caso de algunas farmacias.

En los hoteles intentaron apañárselas con lamparas de baterías y acompañando a la clientela hasta las habitaciones con linternas.

Las calles principales aparecían casi desiertas, pero con la supresión de trenes y metros se formaron grandes colas ante las paradas de taxis y de autobuses urbanos e interurbanos.