LOS REPORTEROS
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Las lavanderas, la memoria de un oficio cargado de historia

En Los Reporteros esta semana hablamos de un trabajo en condiciones muy duras, imprescindible en su día y poco valorado

CANAL SUR MEDIA 25 junio 2023

Necesario y duro también ha sido durante mucho tiempo el trabajo de las lavanderas. Hoy nos acercamos a un oficio tradicionalmente desempeñado por mujeres, poco valorado, y al que ahora se quiere darle el sitio que merece en la historia y en la vida de los pueblos. En esta ocasión nos trasladamos a Guadix. Allí con las últimas lavanderas en Los Reporteros hacemos un ejercicio de memoria.

Hace poco más de medio siglo no había agua corriente en las casas y las mujeres tenían que lavar en los ríos, las acequias o los lavaderos públicos. Lo sabe muy bien María Espigares que, como muchas mujeres de su generación, empezó a lavar siendo una niña.

“Soleando en el rio de la vida” es un libro que han ido hilvanado con testimonio recogidos en la comarca de Guadix, pero estas historias son universales. El agua tiene género. Recogerla con cántaros o cubos desde los caños y fuentes era y, en muchos lugares del mundo, sigue siendo una labor habitualmente femenina. Igual que lavar. El recuerdo de estos trabajos permanece en la memoria de muchas mujeres. Ginesa Molina es una de esas mujeres que lavó y soleó la ropa en el río. Acaba de cumplir 90 años.

Los ríos, las acequias y los lavaderos eran lugares de trabajo, pero también espacios de relación social donde las mujeres se encontraban y compartían.

En torno al lavado había un lenguaje: a la ropa se le echaba uno o dos “ojillos” de jabón y se ponía a solear.

Unas técnicas y un saber que fue pasando de madres a hijas y compartían todas las mujeres en este territorio.

El lavado siempre ha sido una tarea cotidiana para todas ellas, pero hubo mujeres para quienes, además, fue un medio de vida. Un trabajo con el que poder subsistir. Eran las lavanderas.

Carmen o Mela, como ella prefiere que la llamemos, se pasaba horas en el río lavando. Para proteger sus rodillas, usaba una almohada que le había rellenado su madre con farfollas, las hojas secas del maíz. Lo peor eran los fríos inviernos de Granada, cuando el agua se helaba y había que romper el hielo para lavar. Las manos de Mela están deformadas por los años de trabajo.

Las lavanderas profesionales iban todos los días de la semana al río, desde que empezaba a calentar el sol hasta que se ponía.

El de lavandera fue un oficio poco reconocido, mal pagado y sometido a las inclemencias del tiempo. Tener agua era un privilegio del que disfrutaban generalmente las casas de la burguesía. La gran revolución fue la llegada del agua corriente y potable a los hogares. Aunque nos suene antiguo, son recuerdos muy recientes.

Con el agua y la luz también llegó la lavadora. La mujeres poco a poco fueron abrazando la comodidad y la llegada del progreso.

El de lavandera, es uno de los oficios incluidos en la ruta de grafitis por la igualdad realizada por los municipios granadinos del Marquesado del Zenete. Desde Matria, reivindican también que se conserven los lavaderos como patrimonio cultural.

Forman parte de nuestra memoria colectiva y de nuestra identidad pero la historia se olvidó de ellas. Los recuerdos de estas últimas lavanderas son el testimonio de las mujeres que durante siglos solearon en el río de la vida.

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