Once años haN cumplido esta noche los cantes flamencos al aire libre en las Tendillas o en La Corredera, once años de conciertos de verano calurosos y multitudinarios, once amaneceres con sones flamencos en la cabeza, once años diciendo Noche Blanca como sinónimo de festival flamenco.
Córdoba ha celebrado este sábado la undécima Noche Blanca del Flamenco, el gran evento cultural de la ciudad en la última década, casi un oasis en la programación surgida desde el Ayuntamiento durante la crisis, y una cita que ha sobrevivido a tres equipos de gobierno distintos, a los recortes presupuestarios y a las críticas de puristas y público general.
Y ha soplado las velas casi más libre que nunca, con una apuesta clara por la vanguardia flamenca, una carta que siempre levanta cejas, a pesar de que la Noche Blanca es un festival flamenco que solo dos años después de arrancar plantaba a Enrique Morente, el emblema de la vanguardia del duende, en la Plaza de las Tendillas.
En cualquier caso, la gran cita del género en Córdoba, junto con el Concurso Nacional de Arte Flamenco -que se celebra cada 3 años-, ha concentrado en una misma edición hasta a tres emblemas del flamenco contemporáneo como Alba Molina, Rocío Márquez y Niño de Elche.
Es, quizá, un aviso para navegantes de que inicia un nueva década para esta cita, y de que este tipo de propuestas deben estar en el cartel con naturalidad junto con leyendas y nombres consagrados como Antonio Canales, José Mercé, Diego Carrasco o el Capullo de Jerez.
En este sentido, el teniente de Alcalde de Cultura, David Luque, ha señalado que el cartel de este año ha mirado a todos los públicos y va a seguir la senda del cambio hacia una escucha más reflexiva tras dispersar los conciertos por toda la ciudad, a pesar de que muchos coincidan, un modelo de programación que se inició en 2017 buscando potenciar la experiencia flamenca.
El año pasado nos quedamos muy contentos y lo importante es que se pueda ver flamenco y que la Noche Blanca sea lo que es, y no un evento de ocio y gastronomíaö, ha manifestado el responsable de Cultura en el Ayuntamiento.
Y aunque la noche no ha podido arrancar más clásica, con la guitarra del malagueño Daniel Casares y la Orquesta de Córdoba en la Plaza de las Tendillas, rápidamente ha ido tendiendo hacia lo festivo, con espectáculos como el Antonio Canales, acaso una de las pocas leyendas que no había debutado en esta cita.
Este año, por fin lo ha hecho, y ha presentado Soleado en el Compás de San Francisco junto a la bailaora Carmen La Talegona, poco después de que Isabel Bayón, al filo de media noche haya llevado también la danza a la Torre de la Calahorra.
Pasadas las doce, se da la coincidencia de los conciertos de la onubense Rocío Márquez en el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral, y de Francisco Contreras, Niño de Elche, en El Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A).
El vanguardismo acaba dejando paso a lo festivo, que si tiene un centro geográfico en el flamenco es Jerez, de donde son cuatro de los protagonistas del último tramo de esta once Noche Blanca: José Mercé, que repite por tercera vez en esta cita con un concierto en La Corredera; El Capullo de Jerez y Jesús Méndez, que llevan a San Agustín su espectáculo ôJerezanosö; y Diego Carrasco, que presenta el la Plaza del Potro su disco ôNo MÆarrecojoö.
La Noche Blanca la acabará cerrando en la Puerta del Puente la cantaora Alba Molina, quién junto al guitarrista Joselito Acedo, presentará esu espectáculo-homenaje ôCaminando con Manuelö, una oportunidad de bucear en el legado del gran Manuel Molina, y que incluye un repertorio que va desde Smash, banda sevillana pionera del rock andaluz, hasta sus canciones con Lole y en solitario.
Y con los cantes siempre osados y en el límite de la pureza de los Molina se cierra el primer capítulo de una nueva década para el gran festival flamenco de Córdoba y para la Noche Blanca de la ciudad, un evento que este año ha sido más noticia por la música que por todo lo que lo rodea.