Sus propiedades la hacen única pero hay que buscar la variedad correcta, la que más se adapte al gusto humano y lograr cultivas la encina de la que procede para producirla a gran escala.
Un estudio sobre las bellotas pretende volver a introducir este alimento en la dieta humana. Para ello el primer paso sería domesticar la encina para encontrar la variedad que mejor se adapta al paladar humano.
Estamos en uno de los laboratorios de la Universidad de Córdoba. Aquí se lleva meses analizando genéticamente numerosas variedades de bellotas. La investigación forma parte de una joven investigadora que ve en este fruto algo más que su uso alimentario.
Rica en almidón, ácidos grasos similares al del aceite de oliva, fibra y hierro; no tiene gluten y es antioxidante, antiinflamatoria y antimicrobiana. Se pela como las castañas y fue retirada de la dieta en general tras la segunda guerra mundial.
Por ahora este alimento típico de las dehesas cordobesas y un manjar para la cría de carne ibérica, está siendo clasificada según sus nutrientes, tamaño y sabor en buscar de aquella que pueda ser domesticada para ser cultivada y destinada al mercado humano.