Mantener el traslado estacional del ganado apenas es rentable
Su valor va mucho más allá de lo económico ya que es patrimonio cultural, social y etnográfico de primer nivel
Recorrer cientos de kilómetros con el ganado, siguiendo cañadas históricas, exige hoy un enorme esfuerzo. El aumento de costes, la burocracia y la falta de relevo generacional ponen en jaque a la trashumancia tradicional.
Aun así, quienes la mantienen defienden un modelo que fija población en el medio rural, cuida el paisaje y conserva prácticas ancestrales transmitidas durante siglos.
Un modo de vida que resiste, pese a las dificultades, gracias a la convicción de sus protagonistas. Un negocio frágil desde el punto de vista económico, pero con un valor incalculable para la identidad rural, la biodiversidad y la memoria colectiva.