Más controles e inspecciones diarias para evitar la contaminación cruzada
La crisis de listeria ha puesto en alerta a las empresas cárnicas en la manipulación de alimentos
Lo hemos comprobado de primera mano en una empresa de Almería
Entramos en Cortijo de Canata, una empresa de jamones de Serón, en Almería. Aquí nada se deja al azar, todo está controlado hasta el último detalle. Lo habitual es un análisis trimestral y una inspección anual. Tienen un estándar que les obliga a exámenes más continuos y concienzudos.
El control se lleva incluso a los accesos a cada zona. Los tornos permiten registrar las entradas y comprobar la desinfección de manos, ropa y calzado para evitar cualquier contagio.
Los exámenes son diarios. Hoy le toca a las básculas. Entre uso y uso, se hace un test de la superficie desinfectada. La muestra se guarda y sirve para chequear el producto.
Si se verifica que el alimento es seguro, sale a la venta. Si no, queda retenido y se analiza de nuevo. Nunca sale al mercado un producto sin esa comprobación final.