LA VOZ DE VIGORRA
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Albert Rivera: razones de una dimisión

JESUS VIGORRA 12 noviembre 2019

Como estamos tan poco habituados a que dimita un político -aun pillado en flagrante delito- lo de Albert Rivera es un acontecimiento. Ya me gustaría oír lo que hoy dirían de él si hubiese resistido en el machito. Dios nos libre del día de las alabanzas, que diría Larra.

Rivera se va por la debacle electoral del domingo y por la ruina económica que tiene en lo alto al dejar de percibir unos millones de euros por la escuálida cuenta de resultados según votos. Es una pasta. Rivera se va por su insistencia y persistencia en querer pasar el PP, un partido que cuadruplica en años, experiencia y afiliados a Ciudadanos. Rivera se va porque se creyó el Macron español. Rivera se va porque es un hombre joven y libre, y como no ha gobernado no tiene cadáveres en el armario ni piedras en la mochila. Rivera se va porque ha perdido la apuesta, y eso es un comportamiento noble y sobre todo una actitud coherente, cualidad tan escasa en la política española.

En su trayectoria política destaca el haber plantado cara a los separatistas catalanes cuando nadie lo hizo, cuando eran tres jovenzuelos frente al monstruo del independentismo que crecía, algo que nadie veía ni quería ver en los sucesivos gobiernos de Madrid; cuando se reían de ellos, cuando en los medios de comunicación públicos y privados de Cataluña no les hacían ni puñetero caso y apareció desnudo en la campaña para llamar la atención. Fue entonces muy valiente para arrastrar sus mentiras a sus vecinos catalanistas en territorio comanche. Lástima que tanto él como Inés Arrimadas, que logró ganar las elecciones catalanas, tiraran por la borda tanto esfuerzo y tanta lucha al dejar Cataluña para medrar en Madrid: rompeolas de todas las Españas, y fin de trayecto para los políticos con demasiada audacia.

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