Tierra y Mar

Preparando la almadraba

Las almadrabas también forman parte de ese patrimonio cultural andaluz, único, ligado al sector primario, un sector decisivo en nuestra economía y en nuestra froma de vida. Un sector que también celebra el 28F, el día de nuestra tierra y de nuestro mar.

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Real de la Almadraba en Bartate, Cádiz. Los distintos gremios de almadraberos se afanan en la fase de calamento en tierra. Aquí se preparan las redes, cables y un sin fin de piezas de este arte de pesca milenaria. Todos al mando del Arráez.

Este grupo prepara el denominado Perro. Estos cables soportan el copo, la estructura más fuerte de la almadraba.

Otro gremio es el encargado de engarzar los paños de redes del copo y de toda la almadraba. Conocimientos que pasan de padres a hijos como ocurre en la familia Malia.

El calamento de la Almadraba se prolonga durante los meses de Febrero y Marzo. Tras la fase de tierra comienza el calamento en el Mar. A primera hora de la mañana se transportan en estos barcos las anclas, más de trescientas. Año a año se renuevan las emociones y sentimientos de los almadraberos. Se dirigen a Zahara de los Atunes.

A pesar de los adelantos, el de la almadraba siempre fue un trabajo duro, de los que curten. El calmento de las anclas a pesar de su complejidad es una tarea perfectamente coordinada. Hubo años de bonanza de capturas. Pero no siempre fue así. Fueron los propios almadraberos los que dieron la voz de alarma.

En el Real de la Almadraba de Barbate hay un nuevo escenario para comprender la historia y evolución de la Almadraba, con la aparición a principios del siglo pasado del Consorcio Nacional Almadrabero. La manufactura del alazón cambia con la llegada de la industria del frio. En esta forma de vivir la mar no hay un paso atrás.

Históricamente la almadraba comenzó siendo de vista y con un diseño de jábeba. Una red envolvía al cardúmen y una segunda red, o copo, para extraerla el atún a la orilla. Hoy es uno de nuestros más valiosos patrimonios. Y este es un patrimonio donde se acumulan conocimientos y sobre todo emociones. Y así viene siendo generación tras generación en un litoral que contaba con numerosas almadrabas.