Tierra y mar

Ganaderos que trabajan a más de dos mil metros de altura

Son una especie en peligro de extinción. Ganaderos que por vocación viven y trabajan a casi 2.000 metros de altura en un entorno muy difícil.

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Acceder al Cortijo Los Robles no es tarea fácil. Para llegar a esta finca ganadera extensiva, situada en el municipio granadino de Güejar Sierra, hay que recorrer más de 10 kilómetros de estrechos carriles que exigen mucha paciencia y pericia.

A mitad de camino, nos encontramos con la familia Alanzor García que esta mañana arrejunta el ganado en el Collado de Padules. En los trabajos colaboran el padre, Juan Ramón, sus dos hijos, Sergio y Verónica, y sus dos cuñados.

La familia vive y trabaja a 1.800 metros de altura, en la vertiente noroeste del Parque Natural de Sierra Nevada. Un entorno difícil e inhóspito, con numerosos problemas de manejo y transporte, agravados por la falta de infraestructuras de comunicación. Tantas trabas, muchas de ellas administrativas, amenazan la supervivencia del mundo rural y el futuro de nuestros pueblos. ¿Quién sino va cuidar del monte?

A Sergio no le pesan las dificultades. Es muy activo en las redes sociales donde cuelga comentarios y vídeos que reflejan su forma de vida y su pasión por la ganadería de alta montaña.

No opina igual su hermana mayor, Verónica, afectada por un ERTE a causa de la covid, que pasa una temporada en el cortijo familiar, gestionado por Marisol, su madre.

Cada día, a las cinco de la tarde, suben a la corraliza de invierno para dar de comer a los becerros. Se trata de un trabajo en equipo.

Pero no todo es trabajo y al final de la jornada, buscan un rato para subir al Collado del Alguacil, uno de los puertos de montaña de la cara norte del macizo de Sierra Nevada donde disfrutan de unas insuperables vistas de sus cumbres más altas, el Veleta, el Mulhacén y la Alcazaba.