La caza de perdiz con reclamo es una práctica milenaria cuyos orígenes se remontan al siglo VII a. C., en la Antigua Grecia, donde ya era mencionada en las fábulas de Esopo. A lo largo de los siglos, esta modalidad ha resistido el paso del tiempo con muy pocas modificaciones. De hecho, es considerada una de las técnicas de caza que menos ha evolucionado: el disparo es corto y no requiere de armas sofisticadas, aunque las jaulas metálicas y los puestos de tela han aportado elementos modernos a su práctica.
Históricamente, esta forma de caza ha atravesado etapas de prohibición y legalización, en gran parte debido a su asociación con los privilegios de las clases altas, especialmente durante periodos en los que era considerada un lujo reservado a los señoritos.
La perdiz con reclamo también ha dejado huella en la literatura y la poesía. El escritor Juan Vázquez del Río le dedicó su obra Memoria de un reclamo, y Antonio Machado, con su sensibilidad característica, escribió en sus versos:
"Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,
¿tienen ya ruiseñores las riberas?"
Con esta declaración como BIC, la modalidad de la perdiz con reclamo queda blindada legalmente, asegurando su continuidad como tradición viva y su transmisión a las futuras generaciones dentro del rico mosaico cultural andaluz.