María Jesús González, tres décadas en Italia y una vida entre palabras y puentes culturales

En Andalucía X el mundo viajamos hasta Forlì, en la región italiana de Emilia-Romaña, para conocer la historia de María Jesús González, una cordobesa que lleva 30 años viviendo en Italia y que ha hecho de la enseñanza y la comunicación su forma de vida.

Nos recibe en la piazza Saffi, el corazón de Forlì, rodeada de edificios que narran siglos de historia: estilos medievales, neoclásicos, barrocos y también ejemplos del racionalismo fascista, muy presente en la ciudad. No en vano, Benito Mussolini —natural de esta región— vivió y trabajó aquí como periodista, dejando una huella visible en su arquitectura.

El edificio más emblemático de Forlì es la Abadía de San Mercuriale, una joya del siglo XII que se alza como símbolo del pasado. Pero la historia que nos trae aquí no es de piedra, sino de palabras.

María Jesús estudió Traducción e Interpretación en la Universidad de Granada y, con la idea de perfeccionar su italiano, pidió una excedencia de un año en su trabajo. Aquel año, sin embargo, se transformó en toda una vida. Llegó a la Universidad de Bolonia, la más antigua de Europa, y allí descubrió su auténtica vocación. En 1997 obtuvo su plaza como docente e investigadora, y hoy se muestra orgullosa de formar parte de un campus lleno de proyectos y oportunidades.

"Es un entorno muy vivo, con estudiantes de todas partes y muchas iniciativas internacionales", cuenta mientras nos muestra las aulas donde enseña traducción simultánea, una disciplina exigente que combina precisión, concentración y empatía. Con naturalidad, nos revela los secretos de una tarea que parece invisible, pero que conecta culturas en tiempo real.

Junto a ella, recorremos también un mercado local, donde nos enseña las tradicionales telas romañolas, reconocibles por sus colores vivos y sus motivos inspirados en la naturaleza, un símbolo de la identidad de esta región.

María Jesús se siente afortunada por el trato hospitalario de la gente de Forlì, y pone en valor que aún se habla el dialecto romañol, sobre todo entre los mayores. Allí vive con Javier, su pareja, granadino, que llegó a Forlí cuando apenas tenía un año. Juntos viajan a Andalucía unas cuatro veces al año para reencontrarse con su tierra, sus raíces y las amistades de siempre.