Uno de ellos es la limpieza de los cristales, ya que la celulosa que la sirve de principal componente tiene un carácter absorbente de primer orden, y para colmo, su textura compacta no deja pelusas como los paños o bayetas. Al humedecerlo, conseguimos que los aditivos del papel actúen como detergente, que a la vez previene la suciedad.