250.000 personas y más de 150 delegaciones han acudido al acto de entronización en el que el papa ha recibido los símbolos de poder pontificio.
Los reyes han presidido la delegación española en la que también estaba el presidente de la Junta.
El Papa León XIV ha pedido una Iglesia "unida" que se convierta en "fermento para un mundo reconciliado"; una Iglesia "misionera" que "abre los brazos al mundo", frente a la discordia, la violencia, los prejuicios y el miedo a lo diferente, y ha exclamado que es "la hora del amor".
Así se ha pronunciado el Pontífice, este domingo 18 de mayo, durante la homilía de la Misa de entronización, que marca oficialmente el inicio de su pontificado, celebrada en la Plaza de San Pedro ante más de 250.000 fieles.
"Hermanos y hermanas, quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado. En nuestro tiempo, vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres. Y nosotros queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad", ha subrayado León XIV.
Asimismo, ha invitado a guiarse por el espíritu misionero "sin encerrarse" en el pequeño grupo y sin sentirse "superiores al mundo", trabajando por una "unidad que no anula las diferencias, sino que valora la historia personal de cada uno y la cultura social y religiosa de cada pueblo".
"Hermanos, hermanas, 'esta es la hora del amor! La caridad de Dios, que nos hace hermanos entre nosotros, es el corazón del Evangelio. Con mi predecesor León XIII, hoy podemos preguntarnos: si esta caridad prevaleciera en el mundo, ¿no parece que acabaría por extinguirse bien pronto toda lucha allí donde ella entrara en vigor en la sociedad civil?", ha planteado, citando la encíclica Rerum novarum.
También ha subrayado la necesidad de "una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad".
REFERENCIAS A UCRANIA Y GAZA
El papa León XIV ha pedido una "paz justa y duradera" para la "martirizada" Ucrania, ha recordado a los "supervivientes" de la guerra de Gaza y ha lamentado las "nuevas hostilidades" en Myanmar.
"No podemos olvidar a los hermanos y hermanas que sufren a causa de la guerra. En Gaza, los niños, las familias, los ancianos supervivientes se ven reducidos al hambre", ha señalado León XIV al final de la misa de entronización. Asimismo, el Pontífice ha recordado a Myanmar, que sufre "nuevas hostilidades" que "han quebrado jóvenes vidas inocentes" y ha subrayado que "la martirizada Ucrania espera, finalmente, negociaciones por una paz justa y duradera".
En este contexto, León XIV ha implorado la intercesión de la Madre del Buen Consejo "como signo de esperanza" para que conceda "el don de la paz y el apoyo y el consuelo para quienes sufren".
SÍMBOLOS DE PODER
El papa León XIV recorrió en papamóvil la plaza de San Pedro para saludar a las decenas de miles de fieles allí congregados. Apenas hizo un par de paradas. Iba más rápido de lo habitual. La plaza llena a rebosar con banderas de todos los países y fieles que con lo recibieron con entusiasmo.
Los Reyes don Felipe y doña Letizia, vestida de blanco como pueden hacerlo las monarquías reinantes católicas, han encabezado la delegación española. También han asistido autoridades y jefes de Estado, como el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski o el vicepresidente estadounidense, James Vance, entre otros.
La también nacionalidad peruana del papa estadounidense ha hecho que haya una nutrida delegación de Perú encabezada por la presidenta, Dina Boluarte.
El rito comenzó con un rezo ante la tumba de san Pedro, acompañado de los patriarcas católicos orientales. Salió en procesión a la plaza de san Pedro donde se produjo uno de los momentos más simbólicos desde la proclamación como Papa con la entrega de de los símbolos del poder pontificio.
El palio, una antigua insignia episcopal que simboliza al Salvador de los hombres. Luego, el anillo del Pescador, entregado por el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, uno de los favoritos en este último cónclave. Lleva grabado a Pedro con las llaves sujetando las redes para pescar. El papa llevará el anillo hasta su muerte o renuncia, cuando el camarlengo se lo retire y lo destruya como símbolo del final del papado. Unos símbolos que ha recibido visiblemente emocionado.
En la homilía el papa dijo que no debe ser un líder solitario o un jefe por encima de los demás. Planteó la necesidad de una iglesia unida contra el odio del mundo moderno y un modelo económico que margina a los pobres y explota a la Tierra. Finalmente, León XIV recibió la promesa de obediencia de 12 personas, en representación de toda la Iglesia católica y ante millones de personas que han seguido este tradicional y simbólico acto.