Los psicólogos ponen el foco en niños y adolescentes, los más afectados por la falta de contagio físico, y alertan de que puede dejar secuelas si no se trata a tiempo.
Para combatir la hafefobia hay que ponerse en manos de expertos.
Las manifestaciones de afecto son necesarias para el desarrollo emocional del niño y adolescente.
Durante los últimos meses hemos aprendido un nuevo concepto: el de la distancia social. Una manera de relacionarnos muy distinta a la que usamos habitualmente en las culturas mediterráneas, en las que el contacto físico es fundamental. Esta situación está haciendo aflorar la hafefobia, un miedo irracional a tocar o ser tocado.
La psicóloga y terapeuta familiar Mercedes Bandrés explica alguna de sus claves. Es un trastorno que aparece cuando hay un distanciamiento social prolongado, cuando el contacto físico entre amigos y familiares ha desaparecido como una medida de seguridad frente a los contagios y surge como un mecanismo de defensa. Los más afectados son los niños y adolescentes, los que tienen más secuelas, aunque también puede identificarse en personas de mas edad.
Para combatir la hafefobia hay que ponerse en manos de expertos, pero también se puede trabajar desde el entorno más cercano. Prudencia sí, pero sin renunciar a las manifestaciones de afecto tan necesarias para el desarrollo emocional del niño y adolescente.