José Damián Ruíz Sinoga especialista en recursos hídricos augura un verano muy complicado si no llueve esta primavera.
En Días D Andalucía denuncia que llevamos tiempo consumiendo más recursos que los que obtenemos.
En las últimas 72 horas, más o menos, los medios nos informan de que nuestros pantanos están casi sin agua. Pero no es que se hayan vaciado hace tres días. Es una situación que viene de largo. En Días D Andalucía hablamos de ello con José Damián Ruiz Sinoga, Catedrático Geografía y Gestión del territorio, especialista en recursos hídricos.
"Estamos consumiendo agua por encima de la nuestras posibilidades", explica, una situación de déficit hídrico a la que se suma el problema de la sequía meteorológica. De esta manera, "no llueve y tiramos agua acopiada" y no hay recarga de los pantanos. Ruiz Sinoga advierte de que, pasado el primer umbral de noviembre y diciembre sin lluvias, la esperanza está puesta en febrero y marzo. "Si no llueve este segundo umbral llegaremos a una situación de sequía estructural que son los meses de verano en donde tiraremos muy poco recursos".
La sequía de este año, es una de las peores que ha sufrido Andalucía. Desde que comenzó la temporada de lluvias en octubre, las precipitaciones han descendido un 46 ciento, y los embalses tienen casi un cincuenta por ciento menos de agua.
Andalucía se enfrenta a uno de los años más secos de los últimos 25 años.
Ahora mismo los 48 embalses de la cuenca del Guadalquivir están al 28% de su capacidad. Abastecen a más de tres millones de personas, de 554 municipios, y 890.000 hectáreas de regadío. La Costa del sol en Málaga tiene el déficit más acusado. Tan sólo se ha registrado un 20% de lo que tenia que haber llovido ya en estas fechas, en el resto de Andalucía es del 50%. Se prevén lluvias en primavera, según la AEMET.
La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ya ha declarado la situación excepcional por sequía extraordinaria en el 80 por ciento de la cuenca. A pesar del estado de los embalses el agua no le va a faltar a la población de los núcleos urbanos, que tienen garantizado el suministro por unos dos años, incluso en la peor de las circunstancias.