El crimen que conmocionó a toda España sigue pendiente de resolución final porque nada se sabe del destino de Antonio Anglés.
Este domingo se cumplen 30 años de la desaparición de las tres niñas de Alcàsser, uno de los hitos criminales más graves de la historia reciente de España. Tres décadas después están sin despejar algunas de las principales incógnitas sobre lo que ocurrió, entre ellas el paradero de uno de los principales sospechosos, Antonio Anglés.
Miriam, Toñi y Desirée, tres nombres que junto al del municipio valenciano de Alcácer, siguen grabados a fuego en el memoria de los españoles: la menores, de 14 y 15 años, salieron del domicilio de una amiga un sábado a las ocho de la tarde con la intención de acudir a una discoteca cercana, en Picassent, a la que nunca llegaron. Sus cuerpos fueron hallados el 27 de enero de 1993 semienterrados junto a la presa de Tous.
Atrás quedaba la tensión de 71 días buscando a las niñas con la insostenible incertidumbre de si seguían vivas o no, algo que dejó sonado al país entero. Fernando García, padre de Miriam, estuvo a partir de entonces en el foco mediático, y encarnó la lucha por encontrar un respuesta que nunca llegó del todo.
Lo cierto es que Miguel Ricart único procesado, fue condenado a 170 años de prisión, por violación, tortura y asesinato. Pero solo cumplió 21 años de condena. Salió de la cárcel en noviembre de 2013.
Los jueces de la Audiencia Provincial de Valencia consideraron probado que las tres niñas fueron raptadas el 13 de noviembre de 1992 por Ricart, Antonio Anglés, y posiblemente alguna persona más. Pero Anglés, uno de los prófugos más perseguidos de Europa, nunca apareció, envuelto en numerosas conjeturas.
La pieza de Anglés ha reactivado el caso y las nuevas tecnologías del ADN están permitiendo el análisis de pelos y otros posibles restos forenses en los vehículos y varios escenarios relacionados con el triple crimen.