La mirada trágica de Goya y la hedonista de Picasso, las series sobre la tauromaquia de ambos genios de la pintura se exponen hasta el 3 de septiembre en la Real Academia de Bellas Artes de Madrid.
A partir de octubre podrá verse en Málaga.
Picasso y Goya saltan al ruedo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con la exposición "Tauromaquias". La muestra, organizada por la Fundación Unicaja y el Museo Picasso Málaga, puede verse hasta el 3 de octubre en Madrid, y a partir de octubre llegará a la capital de la Costa del Sol.
Por primera vez se muestran al público las 33 planchas originales de cobre de la "Tauromaquia" de Goya (1816) junto a las 40 estampas resultantes, porque algunas planchas están grabadas por las dos caras. Frente a ellas se expondrán 26 aguatintas de Picasso, que iban destinadas a un tratado sobre el toreo de 1957, como explica Víctor Nieto, delegado de exposiciones de la Real Academia de San Fernando.
Son imágenes de un Goya más dramático y de un Picasso más hedonista. Dos gigantes del arte que muestran visiones complementarias de unas corridas de toros que marcaron para siempre su pintura.
En total son 104 piezas, ya que a las citadas se suman otras cuatro estampas de Goya de la serie "Toros de Burdeos", de 1825.
La muestra ha sido organizada junto a la Fundación Bancaria Unicaja y en colaboración con el Museo Casa Natal Picasso de Málaga, con motivo del 50 aniversario de la muerte del pintor malagueño.
El comisario de la exposición ha destacado la importancia de poder ver por primera vez juntas todas las planchas de Goya y ha reivindicado su valor como patrimonio universal. Es "el gesto irrepetible que sale a la luz", ha señalado, "la esencia de la obra de arte".
La última vez que se realizó una estampación con ellas fue en 1983. A partir de entonces la Academia entendió que son obras arte en sí mismas y no dispositivos para la obtención de obras, y se ha dedicado a restaurarlas para su óptima preservación.
Las planchas de Picasso no se conservan. Javier Blas, subdelegado de Calcografía Nacional en la Academia, ha explicado en rueda de prensa que a finales del siglo XIX cambió la concepción de los grabados y se empezó a apostar por ediciones cortas y la destrucción de las planchas para aumentar su valor comercial.
Hay constancia de que Picasso conoció las estampas de Goya, que llegó a mencionar por escrito y que circularon mucho en su época, pero también hay reflejo de ello en algunas de sus composiciones como "Salto con la garrocha", muy similar a "Ligereza y atrevimiento de Juanito Apiñani en la de Madrid", de Goya.
La serie de Picasso fue un encargo que le hizo antes de la guerra civil Gustavo Gili Roig para ilustrar un tratado del diestro José Delgado, "La tauromaquia o el arte de torear", pero quedó aparcado hasta 1957, cuando lo retomó en su villa de Cannes.
Grabó 26 aguatintas al azúcar, más una cubierta a punta seca, todo en una sola tarde, en tres horas y media, unos días después de haber asistido a una corrida en Arles. Es la mirada de un aficionado que saborea distintos momentos de la fiesta en la plaza.
En el caso de Goya, los críticos siguen discutiendo a día de hoy sobre su motivación, pero concuerdan en que no son imágenes de celebración, sino que enfatizan las ideas del sacrificio y la muerte.
La mirada de Goya hacia la violencia de la lidia, que entroncaría esta serie con otros de sus grabados como los "Desastres de la Guerra" y los "Caprichos", sólo se ha comenzado a destacar por parte de la crítica a partir del último cuarto del siglo XX.
En la exposición de la Academia, que a partir del 3 octubre recalará en el Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga, pueden verse todas, incluidas las siete que inicialmente fueron desestimadas por su violencia y que corresponden a las planchas grabadas por las dos caras.