Es tan reconocida la labor de este artesano de Alhaurín el Grande, que sus sillas han llegado a ser utilizadas en el Louvre, en la ceremonia de los Premios Goya o incluso en el Festival de Cannes.
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Estamos con Paquito, el sillero de Alhaurín el Grande, uno de los últimos de Andalucía.
LLeva 36 años haciendo estas sillas. Aprendió de su padre un oficio, que es tan artesanal como complicado. Esta mañana nos lo encontramos realizando el trenzado, la parte que más llama la atención a quien viene a visitar el taller.
Este trenzado es la última parte de la fabricación de la silla de enea, cuando se termina de montarla. Es la parte más complicada de este la elaboración de este ancestral asiento.
Nos cuenta Paquito que lo primero que se hace es humedecer la enea, cosa que se debe hacer un día antes de utilizarla. Una vez húmeda, se hace flexible, porque si estuviera seca se partiría.
Una vez pasado este proceso, el artesano va trenzando un cordón con otro hasta llegar a confeccionar lo que es el asiento. Nos dice Paquito que hacer una silla le lleva un día.
El trenzado sería la fase final de la confección de la silla, pero hay también una labor antes: el trabajo con las diferentes piezas de madrera que ha tallado para poder hacer las patas o el respaldo de la silla.
Como es natural, hay diferentes modelos, unos más modernos y otros más clásicos. Todos ellos fabricados de forma artesanal.
Nos comenta además que el centenario oficio de sillero se está perdiendo, hasta el punto que solo quedarían 3 o 4 en Andalucía.
Este artesano piensa que el oficio de sillero tal como se realiza en su taller, está en proceso de extinción.