La muerte de abejas afecta a la producción de alimentos y a la biodiversidad

En el pueblo de Colmenar, en Málaga, está el Museo de la Miel, de la Asociación Malagueña de Apicultores. Aquí se puede aprender todo sobre las abejas.

Dentro de la colmena, además, hay obreras, que fabrican la miel, zánganos que fecundan a la reina, y la reina, que pone los huevos.

Las abejas fabrican jalea real, miel y también transportan el polen. La polinización es una labor imprescindible para la naturaleza y para la vida humana.

Y ese escenario se está produciendo. Hay una gran mortandad de abejas y los apicultores lo ven a diario. Francisco y Pepe acaban de traer sus colmenas a las plantaciones de aguacates de la Axarquía malagueña. Hacen la trashumancia por toda la provincia siguiendo las floraciones.

Quieren dividir una colmena. Para eso tienen que localizar a la reina, que tiene un abdomen algo más alargado. Y una vez en la nueva colmena, las obreras fabricarán unas celdas especiales para la nueva madre. Pero su trabajo es cada vez más difícil, por la debilidad y la escasez de abejas. Las causas son múltiples.

La relación del hombre y las abejas tiene una historia de más de diez mil años. Los primeros apicultores fueron los egipcios, que ya utilizaban ahumadores similares a los que se enseñan en el museo. En Málaga hay una antigua tradición de apicultores. Actualmente hay unas mil explotaciones con casi cien mil colmenas.

Además, la trashumancia permite que haya mieles monoflorales, como la de aguacate, la de tomillo o la de eucalipto. Aportan energía y azúcares. Sin embargo, tanto la miel como la polinización que realizan las abejas están en peligro. Y las soluciones parecen complejas y difíciles a corto plazo.

Mientras tanto, los apicultores cuidan a sus abejas lo mejor posible e intentan mantener las colmenas. La temporada acaba de empezar y todo dependerá de la temperatura y la humedad en lo que queda de primavera.