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Ángel Rolland, Pilar López de Coca, Víctor Costa, Eduardo Battaner y José María Quintana, como primer director, fueron los cinco investigadores con los que comenzó su andadura el Instituto de Astrofísica de Andalucía. Nos hemos encontrado con ellos para recordar cómo fueron los primeros pasos de una Institución creada en un momento clave para la astronomía de nuestro país que comenzaba a despuntar gracias a la colaboración internacional favorecida por las excelentes condiciones para observar el cielo desde lugares como Granada.
Antes de la fundación del IAA, durante los últimos años sesenta y los primeros setenta del siglo pasado, estos cinco pioneros ya habían iniciado sus investigaciones en los observatorios que los Jesuitas, en colaboración con el CSIC, operaban en Cartuja y en Sierra Nevada, en el Mojón del Trigo gracias al impulso de figuras tan relevantes como Teodoro Vives.
Así las cosas, las excelentes condiciones para la observación del firmamento desde Sierra Nevada, fue argumento definitivo para que estos jóvenes superaran cualquier dificultad que pudiera alejarles de su pasión por la astronomía.
En 1975, los buenos resultados de las observaciones desde el Mojón del Trigo demandaban un tiempo y un esfuerzo incompatible con la docencia en la Universidad, principal ocupación de estos investigadores. Fue entonces cuando desde CSIC se dio el paso de crear en Granada el IAA.
A pesar de las dificultades, los resultados que se obtenían con los registros del fotómetro de la sierra estaban a la altura de instrumentos mucho más sofisticados y el interés de otros jóvenes científicos por venir a Granada no dejaba de crecer.
Los primeros años fueron frenéticos para el joven IAA que dejó la Madraza para trasladarse a instalaciones más espaciosas en la Estación Experimental del Zaidín. La joven Institución consolidaba prestigio con excelentes resultados en fotometría estelar y estudios de la alta atmósfera. Al tiempo que Canarias se consolidaba como sede de grandes telescopios de consorcios internacionales, el observatorio del Mojón del Trigo se quedaba pequeño y obsoleto. Era el momento de pensar en el futuro.
El nuevo observatorio de Sierra Nevada, junto con el de Calar Alto, en Almería afianzaron la transformación y un camino de éxitos para del Instituto de Astrofísica de Andalucía que, no obstante, se ha enfrentado a momentos complicados hasta llegar a este 50 aniversario.
La pequeña institución que pusieron en marcha un grupo de jóvenes a los que unía vocación científica , amistad y la firme determinación por conseguir un objetivo común, se ha convertido ahora, con más de 200 investigadores, 50 años después, en uno de los centros más importantes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
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