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Una población mundial por encima de los 8.000 millones de habitantes en crecimiento continuo, una demanda de energía eléctrica al alza muy dependiente aún de los combustibles fósiles, emisiones de CO2 incesantes, un calentamiento global inusual constatado por los científicos y sufrido por los habitantes del planeta que amenaza con transformar la península ibérica en una estepa a mitad de siglo.
Sequías, suelos cada vez más degradados y sobreexplotados frente a la necesidad de generar muchos más alimentos que eviten hambrunas. Un escenario que reclama el compromiso de toda la humanidad y también respuestas innovadoras e inéditas de la ciencia.
Entre los 17 objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas para el año 2030 está el de conseguir en todo el planeta energía asequible y no contaminante que no esté basada en la quema de combustibles fósiles. Otra de esas grandes metas es la de poner fin al hambre en el mundo, ¿Y si la ciencia pudiera buscar soluciones conjuntas a ambos retos?
Ese es el propósito del equipo que dirige Pablo Garrido, investigador Ramón y Cajal del departamento de Química Inorgánica de la Universidad de Granada. Su propuesta ha recibido el respaldo del ERC, el Consejo Europeo de Investigación, que ha financiado el proyecto con un millón y medio de euros para los próximos 5 años. Es una reñida competición , la de las ayudas Starting Grant. En la última convocatoria solo una treintena de jóvenes investigadores en España han sido reconocidos con estos fondos.