por José María Montero. Director de "Tierra y Mar"

Ondas, periodismo y biodiversidad

"Tierra y Mar" recibe este 14 de noviembre el Premio Ondas. Su director, José María Montero, nos explica en este artículo las claves del éxito de este programa con casi 30 años en al antena de Canal Sur.

Arriba puedes ver la entrevista de "Buenos días Andalucía" a José María Montero con motivo de la entrega de los Premios Ondas.

13 noviembre 2019

No sé si el jurado lo tuvo en cuenta pero quiero creer que el Premio Ondas 2019 otorgado a "Tierra y Mar" es el reconocimiento a una forma de hacer periodismo sencilla, honesta, rigurosa, sin aspavientos, sin ruido, sin hiperventilar… Un periodismo humilde, de proximidad; un periodismo amable (que no complaciente) y austero

(por obligación y también por convicción), que habla del día a día de muchas mujeres y hombres, a pie de campo, a pie de costa, que nos cuentan esas buenas noticias, o esos problemas enquistados, que tan difícil tienen ocupar el sitio y el espacio que merecen en los medios de comunicación.

Es reconocer, porque es de justicia, el valor de la televisión como servicio público, el trabajo de los comunicadores como testigos de una realidad oculta, y la imagen de una Andalucía trabajadora, solidaria e innovadora, cuya existencia
todavía hay quienes se resiste a reconocer secuestrados por los tópicos más casposos, falsos e interesados.

Al margen de las circunstancias económicas en las que siempre nos escudamos, la crisis del periodismo es, sobre todo, una crisis de credibilidad, que se origina a partir de una pérdida de valores y de las (buenas) prácticas en las que estos se materializan, valores que forman parte de la misma esencia de este oficio, de sus verdaderas señas de identidad y que en el caso de una televisión pública tienen, incluso, la fuerza que nos otorga la ley. Si la audiencia nos abandona, si cuestiona nuestro rigor y desconfía de nuestro trabajo, es porque, quizá, se haya cansado de ese periodismo reduccionista que se asoma a una realidad complejísima y la simplifica hasta obtener un tranquilizador escenario de buenos y malos, un sencillo paisaje en blanco y negro. Un periodismo maniqueo y soberbio que no tiene sentido alguno en un mundo en
donde las nuevas tecnologías de la información permiten a cualquier ciudadano estar al tanto de toda esa complejidad aunque no sea capaz de descifrarla. Los ciudadanos desean, creo, que los comunicadores les ayudemos a entender esa complejidad sin hurtarle ni uno solo de los elementos que la componen. La contradicción forma parte de esa realidad compleja, y la incertidumbre también, así es que necesitamos, más que nunca, periodistas dispuestos a mantener una mirada abierta, democrática y conciliadora.

No podemos permitir que el continente se imponga al contenido, que la anécdota supere a lo sustancial. Necesitamos relatos, historias que, por su cercanía y trascendencia, tengan sentido para nuestra audiencia. No nos vale ese modelo en el que dos o tres datos, en un bucle interminable, sirven para tejer programas de horas y horas en donde prima el peor de los entretenimientos, el que alimenta nuestros más bajos instintos. La nada convertida en noticia y aliñada con el discurso vacuo de los todólogos de turno. Eso no es periodismo, eso es ruido, morbo, distracción, prisas, suposiciones, espectáculo,… No, eso no es periodismo. Antes que juzgar el periodismo busca entender, y para eso requiere reposo, conocimiento, contención y rigor. Se nos olvida que informar, informar, es dar forma y, por tanto, explicar, interpretar, y para eso necesitamos acercarnos a los ciudadanos con calma y empatía.

Decir que trabajamos en "Tierra y Mar" es disponer de un milagroso salvoconducto que nos abre las puertas y las sonrisas en cualquier rincón de Andalucía, a donde casi siempre llegamos a deshoras, con poco tiempo y poniendo todo patas arriba. Por eso el programa es tan grande como los andaluces que lo hacen posible, los que construyen, con su sudor, la crónica sincera de una Andalucía luminosa y fértil sin que nuestra mediación sea otra cosa que altavoz comprometido que deja oír sus voces. El nuestro es un periodismo que ayuda a entender esa complejidad, o al menos ese es el esfuerzo sincero que hacemos todas las semanas.

El equipo de Tierra y Mar posa tras conocer la concesión del prestigioso premio.

No hay foto ni relato capaz de contener a todos los artífices de un programa como "Tierra y Mar" que lleva casi 30 años en antena. ¿Quién en Canal Sur Televisión, a lo largo de 1.290 programas y más de 3.000 reportajes, no ha tenido algo que ver con este informativo del sector primario, quién no ha puesto su granito de arena para que creciera? Son muchos los creadores, a un lado y otro de las cámaras, pero estoy seguro de que, sin citarlos (para evitar un sólo olvido), sabrán reconocerse y sentirse orgullosos de este reconocimiento colectivo. Habría que conceder, por ejemplo, su espacio y su agradecimiento (decisivo, vital) a nuestras familias y amigos, y también a nuestros críticos, esos que, cuando no ladran, nos ayudan a mejorar. Habría que citar las estrechuras, los errores, los obstáculos, los tropiezos y también las zancadillas (que haberlas… haylas) con las que aprendemos a levantarnos (casi) todos los días. Faltarían los paisajes que nos inspiran, las lecturas que nos ayudan a comprender, la música con la que es más fácil tejer las historias, las risas y las lágrimas, los que pusieron en marcha esta aventura y los que la han ido alimentando sin descanso, los que ya no están entre nosotros, los que están por venir…

En televisión, como en la propia naturaleza, el individuo no existe (aunque el ego, traicionero, nos jure lo contrario): todo son relaciones, interdependencia, cooperación, interconexión. Por eso nuestro equipo es tan extenso -pura biodiversidad- que no hay foto ni relato que pueda contenerlo.

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