La violencia de género no tiene edad

La violencia de género tiene muchas expresiones en la vida cotidiana de las mujeres, muchas de ellas pasan desapercibidas y son normalizadas, produciéndoles numerosos daños y perjuicios. El inicio de una situación de discriminación o maltrato a las mujeres empieza en la mayoría de las ocasiones en ámbitos comunes de nuestra sociedad como el hogar o el trabajo. Son los llamados micromachismos. Concienciar sobre ellos para detectarlos es la manera de poder prevenirlos y erradicarlos ya desde edades tempranas.

Los micromachismos existen en nuestra sociedad y afectan a la vida cotidiana de las mujeres perpetuando la desigualdad de género. A pesar de su sutileza, persiguen los mismos objetivos que el machismo más evidente: el control, la dominación y la limitación de la autonomía femenina. Rosa para las niñas y azul para los niños, el refresco para ella y la cerveza para él o la cuenta del restaurante, el hombre ayuda en casa y es un padrazo, la mujer es la encargada de las tareas del hogar y de los hijos.

Prácticamente a la vez que se acuñaba el término de micromachismos comenzaba internet y al poco las redes sociales y con ellas también la violencia machista en su faceta de violencia digital. Acoso, control, suplantación de identidad, difusión no consentida de imágenes íntimas. Esta violencia que replica violencias del mundo real, tiene consecuencias psicológicas graves para las víctimas en su mayoría mujeres y niñas.

Estos son algunos de los aspectos abordados en la 16 edición del Congreso Internacional para el estudio de las violencias contra las mujeres organizado por La Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad donde el grupo de trabajo sobre Ciberviolencia de género del observatorio andaluz ha expuesto su trabajo. Detectar lo que sucede para poder prevenirlo y atajarlo. Y para ello, la educación y la formación en la que tienen que estar muy presentes las familias son fundamentales.