Tuvo que abandonar su pueblo, Alcázar, siendo una niña porque su familia se trasladó a vivir a Almería ya que habían cerrado el único colegio que había en el pueblo.
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Rubén es catalán, pero se enamoró de una francesa en su tierra y juntos se fueron a vivir la aventura de sus vidas al otro lado del mundo, a Nueva Zelanda.
Aunque el país les gustó, no acabaron de acostumbrarse a las bajas temperaturas y a la distancia con los seres queridos. Tras vivir 9 años allí, decidieron volver a España.
Un día llegaron por casualidad a Iznájar, Córdoba, y se enamoraron de un maravilloso pueblo de calles blancas y encaladas y gente maravillosa.
Vieron su situación estratégica entre Córdoba, Sevilla y Granada y decidieron que era perfecto para vivir allí y emprender. Ahora Rubén junto a su chica regentan un coqueto hotel en esta localidad que recibe a turistas de todo el mundo.