El hallazgo, presentado durante la IEEE International Conference on Development and Learning, muestra que los participantes en el experimento fueron capaces de identificar un objeto enterrado en la arena con una precisión del 70,7%. Los investigadores señalan que esta sensibilidad es comparable a la que poseen algunas aves costeras, como los chorlitos o las agachadizas, capaces de localizar presas bajo la superficie gracias a las mínimas vibraciones del terreno.