Los aspirantes eran Joseph Fourier y Jean-Baptiste Biot. Todos estaban interesados en saber por quién votaria Laplace, y él sorprendió a sus colegas con su ingenio. Tomó dos papeletas, las marcó y las puso en un sombrero. Luego sacó uno de los votos delante de todos y lo puso en una urna. "Dejo que el destino decida mi voto", exclamó. Sin embargo, una de las personas que estaba a su lado se echó a reír, pues había visto como Laplace escribía el nombre de Fourier en ambas papeletas.