El guitarrista Dani de Morón estrena este sábado 3 de octubre su nuevo proyecto "Creer para Ver", último espectáculo de esta edicioón de la Bienal en el patio de la Montería del Real Alcázar. En este trabajo, el de Morón aplica todo lo aprendido constatando que es dueño de un talento que sobrepasa los límites del flamenco.
Otras veces junto a estrellas como El Pele, Estrella Morente, Arcángel, Rocío Márquez, Rocío Molina o Patricia Guerrero, el guitarrista es hoy un músico y creador total que en esta ocasión prefiere personarse en soledad, acompañado solo por su bagaje, su virtuosismo y su esencia. Tendrá el apoyo de Agustín Diassera en las percusiones y de Popo al bajo y contrabajo.
Nada escapa a los dedos de Dani de Morón y “Creer para ver” es la prueba, también la confirmación de que sus inquietudes siempre han sobrepasado las lindes del flamenco. Se percibe en este disco, el cuarto en su carrera editado hace unos días por Universal Music, la suma de todo lo aprendido en los últimos años, su extraordinaria técnica y la velocidad que alcanza hasta parecer que toca dos guitarras al mismo tiempo y, en ocasiones, que suenan hasta otros instrumentos.
No se puede hablar de un disco de flamenco, tampoco decir que no lo sea. En “Creer para ver” hay palos, pero de algún modo, es lo de menos. Lo de más es que se identifica un sonido con nombre propio: da igual si va a compás de bulerías o de mariana, lo que hay en cada uno de los cortes es Dani de Morón, inconfundible, algo que otros artistas tardan una vida en alcanzar y que él, sin llegar a los 40, ya ha conseguido.
Dani de Morón nació en Sevilla aunque toda su vida ha residido en Morón de la Frontera, donde siendo niño se matricula en el conservatorio para estudiar piano pero termina decidiéndose por la guitarra. Al ser Morón un pueblo con una fuerte tradición guitarrística y flamenca, recibirá clases de Alfonso Clavijo y Manolo Morilla, y pronto llega el momento de aprender a tocar para el baile en Sevilla donde la Academia de Matilde Coral pasa a convertirse en su segunda casa.
Compagina el acompañamiento al cante y al baile con la composición y la guitarra de concierto. Visitará concursos como el de Hospitalet –en Barcelona- Calasparra y la Unión –en Murcia- y el de la Federación de Peñas o el de la Bienal de Flamenco –en Sevilla- siendo finalista en todos ellos y obteniendo varios primeros premios. Experiencia que le abrirá la puerta de las grandes compañías de baile como las de Antonio Canales, Javier Latorre y Manuela Carrasco, entre otras.
Sin embargo, el espaldarazo definitivo le llega en 2007 al ser solicitado por el maestro Paco de Lucía para que lo acompañe como segunda guitarra en varios conciertos de la gira del disco “Cositas Buenas”, experiencia que le abrirá una nueva dimensión y lo catapultará a la primera línea de la guitarra flamenca.
Graba su primer disco en solitario bajo el título de ‘Cambio de Sentido’ por el que recibiría el Premio Flamenco Hoy de la crítica al Mejor disco de guitarra solista. Y en la XVII Bienal de Sevilla recibirá los Giraldillos a la Mejor guitarra de concierto y al Mejor espectáculo. Poco después grabaría su segundo trabajo en solitario, ‘El sonido de mi libertad’.
Además de todo ello ha compartido experiencias en proyectos musicalmente eclécticos con músicos como: Yotam Silberstein, Dave Liebmann, Aaron Diehl, Gerardo Núñez, Diego del Morao, Alfredo Lagos, Fuel Fandango o Concha Buika, con los que se ha introducido en los circuitos internacionales del Jazz y la World Music.
Su tercer trabajo discográfico ‘21’ estuvo rodeado de los nombres más importantes del cante del este siglo y abrió definitivamente la frontera de su sonanta a una etapa en la que la técnica, la armonía y las afinaciones ocupan un papel tan importante como el tradicional toque a cuerda pelá y el abundante uso del pulgar sobre las graves en el que se educó siendo un niño. Este álbum fue nominado a los premios Grammy Latinos 2018 en la categoría de Mejor álbum de música flamenca.