En Gente de Andalucía de Canal Sur Radio este domingo nos acompaña la catedrática Consuelo Flecha que cuenta con una amplia investigación sobre las primeras mujeres universitarias de España
La catedrática Consuelo Flecha atesora una amplía investigación sobre las primeras universitarias españolas, que fueron licenciadas en ciencias mucho antes que en letras porque entonces no podían opositar ni ser funcionarias del Estado. La primera médica de toda Andalucía se licenció en la Universidad de Sevilla en el año 1896. Se llamaba Antonia Monreal y se matriculó en el curso 1889-1890 para cursar toda la carrera de Medicina en Cádiz. Junto a ella Blanca de Lucia Ortiz inició el curso preparatorio para la licenciatura de Farmacia pero estuvo solo un año y acabó trasladándose a Madrid. Fueron las pioneras, las primeras matrículas universitarias con nombre de mujer.
Entre 1872 y 1910 en España en las diez universidades que entonces había en España cursaron estudios 80 mujeres. En los archivos ha buceado durante años la catedrática Consuelo Flecha (Bilbao, 1948) y sus investigaciones han sacado la luz la pelea de estas universitarias durante años para tener los mismos derechos y obligaciones que sus compañeros varones.
Mujeres de armas tomar que se dirigían furibundas a los ministros de la época para reivindicar sus derechos. Licenciadas que acudían a clase escoltadas por los catedráticos y que tenían que salir y entrar acompañadas para que no se alterara el orden en las aulas. Chicas de clase media, hijas de maestros o profesionales liberales como abogados o médicos que estudiaban para ganar un sueldo y ejercer una profesión. No eran aristócratas ni de clase alta porque para en esos estamentos estudiar en la universidad estaba mal visto. Los ricos vivían del patrimonio.
Mujeres singulares
"Mujeres singulares que no excepcionales", subraya la catedrática Consuelo Flecha. "La reina es una excepción porque tú no puedes ser como ella. La militar, la meteoróloga, la comerciante, la navegante, la que se iba a América...esa no es excepción. Esas son mujeres singulares que tuvieron el arresto de ir, pero que tú podrías hacer lo mismo que ellas. Perfectamente", dice esta doctora y profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de Sevilla que ha dedicado su vida a investigar quiénes fueron las primeras universitarias de España.
"Detrás de cada una de estas mujeres hay una novela", explica Flecha, autora de libros como "Las primeras universitarias en España" o "Las mujeres en la legislación educativa española". Su pasión por la materia es directamente proporcional a su vastísimo conocimiento.
La conversación, que discurre en la Facultad de Ciencias de la Educación en Sevilla días antes de que Flecha viaje a Bilbao a pasar la Semana Santa con su madre nonagenaria, es siempre interesante y en muchos momentos tan excitante como emocionante. La Universidad de Sevilla quiso rendir homenaje a estas mujeres con una exposición en la Biblioteca Rector Antonio Machado y Núñez que ha mostrado algunos de estos expedientes académicos y una reseña de cada una de las alumnas.
Las mujeres sí han trabajado
"La mayor parte de las mujeres han trabajado siempre remuneradamente. Las mujeres de clases populares han trabajado siempre en los talleres familiares, en la agricultura, en la ganadería, cuando empieza la revolución industrial.
En el siglo XIX surge una clase media que tiene recursos para sostener bien a sus hijos e hijas, pero no tiene bienes que les produzcan rentas en el caso de que el padre falte, de que el marido no llegue o de que el marido fallezca", explica Flecha. En el seno de esas familias surgen las primeras universitarias. Las profesiones propias de esta clase social eran personas de leyes, profesorado de enseñanza media y superior o medicina y farmacia. Pero la abogacía y la docencia eran fundamentalmente profesiones al servicio del Estado, propias del funcionariado y ahí estaban vetadas las mujeres.
Mientras que la medicina se podía ejercer simplemente porque se podía abrir una consulta médica sin que nadie se opusiera o trabajar en un hospital religioso. Por eso de las cuatro facultades de la época, Derecho es la última a la que entran las mujeres. "Hay una antiquísima legislación que viene de Roma que dice que las mujeres no pueden actuar en juicios, no pueden ser testigos, no pueden declarar ni a favor ni en contra, porque la psicología femenina y su emotividad impide la objetividad. Eso pasó de siglo en siglo y las leyes no permitían el acceso a ninguna profesión de carácter jurídico", explica la catedrática.
La primera en Derecho
Juana Domínguez de la Rosa es la primera mujer que termina Derecho en la Universidad de Sevilla en 1934. Un siglo antes ya había mujeres en Medicina o Farmacia. Junto a la primera, Antonia Monreal, está Gertrudis Martínez, de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) que también hace el preparatorio de Medicina aunque luego se va a Granada a estudiar Farmacia. "Hay otra chica más que viene a convalidar los estudios de Medicina que había hecho en Atlanta (EEUU) y acaba en Cuba", cuenta la doctora en Ciencias de la Educación.
En el siglo XIX hay cuatro mujeres que se matriculan en la Universidad y en el siglo XX comienzan a encontrarse en los archivos más nombres femeninos. La primera que termina Filosofía y Letras es María Luisa Huertas en 1915, que ejercería como profesora de instituto. Isabel Ovín Campos, nacida en Carmona, fue la primera en España en licenciarse en Química y estudió en Sevilla entre 1911 y 1917. Su compañera María Teresa Salazar fue otra mujer sobresaliente que tras licenciarse en Química en 1927 fue profesora de la Universidad Central de Madrid.
"Hay un momento en España en que se asustan de que haya tantas estudiantes y se prohíben las matrículas de mujeres en la universidad. Ocurrió en 1882", documenta Flecha. Lejos de rendirse estas mujeres emprenden una lucha incansable y en 1888 consiguen levantar el veto. "A mí me asombran la facilidad con la que estas chicas escribían al ministro de la época". Lo hacen no solo para poder matricularse sino también para poder ir a clases como sus compañeros porque pagan igual que los varones pero no las dejan asistir. "Desde 1888 a 1910 se consigue que si los catedráticos se comprometen a mantener el orden en el aula las señoritas puedan acudir. A partir de 1910 esto cambia y ese año hay dos órdenes importantísimas para las mujeres".
Acceso a las oposiciones
Pueden por fin asistir a clase y pueden presentarse a todas las oposiciones que se convoquen para la administración pública. Acceden al cuerpo de bibliotecas, museos y archivos y ejercen como profesoras de instituto y universidad porque, hasta entonces, las licenciadas en Filosofía y Letras no podían trabajar.
"La segunda médica que termina en la Universidad de Sevilla se llama Cecilia García de Cosa, fue número uno de su promoción en 1926 y se sacó las oposiciones para ser la primera mujer médico de la Marina Mercante española”, narra la doctora Flecha. Lo logró en un momento en el que las mujeres no podían compartir espacios con hombres y ejercían de ginecólogas o pediatras, solo una lo hizo como oftalmóloga.
La registradora y la notaria
"Hay otras dos hermanas, hijas de un juez en Huelva, las hermanas Bono Huerta, Carmen y Carolina, que estudiaron Derecho y tras opositar ingresaron en Registro de la Propiedad. Carmen, en 1941, se convirtió en la primera registradora de la propiedad de España. Carolina, en 1947, fue la primera mujer notaria de Valencia y la tercera de España", ilustra Flecha.
Y hay otra historia singular. Cuatro mujeres del mismo pueblo, de Villanueva del Ariscal (Sevilla) que llegaron a la Universidad en 1923. Tres hermanas Salazar Bermúdez, María Teresa, María Concepción y María de los Dolores, hijas de un maestro, y Julia Herráez Sánchez de Casariche, que tras doctorarse en Madrid entró como archivera en el Archivo General de Indias y sería profesora en la Universidad de Historia de América
Las profesoras en la Universidad
"El camino para las mujeres en la universidad fue sumamente difícil. También como profesoras porque su ascenso dependía del catedrático y este siempre pensaba que un hombre lo necesitaba más que una mujer", explica Flecha. "La primera en España fue la catedrática honoraria Emilia Pardo Bazán.
En Sevilla tuvimos profesoras de ciencias y de letras. Hay una de matemáticas muy conocida porque fue profesora en el Instituto San Isidoro, María de Carmen Martínez Sancho. De Ciencias Naturales Rosario Montoya. Mariana Garrido, de Química Inorgánica, que se casa con un gran abogado sevillano y deja la universidad. Elisa Fernández de la Vega, tía de quien fue vicepresidenta del Gobierno, dio clases en Medicina".
Todas forman parte de una genealogía, de una estirpe de mujeres singulares que no excepcionales que abrieron el camino a todas las demás. Desde 1990, las mujeres en la Universidad de Sevilla no han bajado del 51%.