Un Domingo de Pentecostés especial con el estreno de un altar en las marismas del Rocío y un calor extremo

Un altar nuevo con la marisma de fondo como telón natural y el calor extremo, con más de 40 grados en La Aldea, han marcado este Domingo de Pentecostés con más hermandades que nunca, en el que se ha celebrado uno de los momentos más esperados: la misa pontifical que en esta ocasión ha traído novedades. Por primera vez se ha celebrado en el Paseo Marismeño. Allí se ha montado un altar efímero con 149 simpecados. Esta multitudinaria misa ha sido especial por el año jubilar.

El Domingo de Pentescostés no es para los rocieros un domingo cualquiera, es ese que supone la antesala del momento que llevan un año esperando, el encuentro cara a cara con la Virgen del Rocío, la también conocida con la Blanca Paloma, durante una procesión que dará comienzo esta madrugada. Es una jornada de sentimientos encontrados, de alegría e ilusión porque se va acercando ese momento y de nostalgia por el final que ha de venir tras el fin de esa procesión y tras el que quedará todo un año de espera.

La misa la abría el Coro de la Hermandad del Rocío de Málaga. El repique de las campanas de la ermita había dado el aviso de uno de los momentos más importantes de la Romería. La solemne vista de los simpecados de 127 hermandades filiales más 22 agregadas en este año jubilar, ha presidido la Misa pontificial, ubicada en el Paseo Marismeño, entre la Ermita y la Marisma, y no en el Real del Rocío, como simpre. Un cambio que deja más espacio a todas la hermandades y que sin duda presentaba una imagen eimpresionate.

El obispo de Huelva, Santiago Gómez Sierra, ha presidido y oficiado la misa. Ha recordado las líneas claves que ha marcado el papa León XIV con respecto a la familia, ha apelado a las palabras de San Pablo contra las muchas formas de corrupción y tentaciones y ha llamado a los rocieros a ser fermento de esperanza. Más de dos horas de misa bajo un sol de justicia y miles de personas en la explanada ha dado el pistoletazo de salida a una jornada intensa que concluirá con la salida de la virgen de madrugada. Una virgen que ni con la multitudinaria misa ha estado sola un solo momento en su ermita.

Ese encuentro con la Virgen comenzará cuando el simpecado de la Hermandad Matriz de Almonte, procedente del rezo del rosario por las calles del Rocío alcance el Santuario de la Blanca Paloma, ya entrada la madrugada, ante la atenta mirada de las miles de personas que se congregan en el interior del mismo y en sus alrededores. Será entonces cuando los almonteños más jóvenes, después de horas de espera junto a la reja que impide el acceso al Presbiterio en el que está la Virgen la "salten" y se hagan con las andas del paso para desde allí portarla a hombros durante un paseo por las calles de la aldea que durará horas.

Un recorrido que este año ha sido ampliado al objeto de que la procesión, a su llegada a la Plaza de Doñana, donde se concentraban el mayor número de hermandades, discurra con más agilidad. Un cambio dará pie a nuevas instantáneas, a nuevos momentos y vivencias inagotables que regala año tras años en la romería de Rocío, pero que no cambiara esos sentimientos encontrados que se viven durante esa procesión, la ilusión y la nostalgia que se harán una frente a la Virgen transformándose plegarias en forma de salves, palmas, olés, vivas y cantes.