Dentro de un par de meses se cumplirán 44 años de la muerte de Franco, pero hay quien se empeña en resucitarlo cuando vienen elecciones, como el cura de mi pueblo echaba mano de rogativas para llenar la iglesia cuando el secano asolaba tierra y almas.
Ahora el Tribunal Supremo anuncia para hoy su decisión sobre la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos. Porque el Supremo puede retrasar las sentencias del Procés o de los ERE, las que atañen a los vivos, pero la decisión sobre un muerto, bien muerto, no. Aunque también podría ser que, una vez más, el anuncio del Supremo y la decidida voluntad de este gobierno de sacar a Franco del Valle de los Caídos quedase en ruido. Hemos vivido amagos desde 2013, y acuérdense cuando Sánchez se comprometió hace dos años a sacarlo antes del verano, ignorando que el compromiso es un acto y no una palabra. En este particular, suscribo lo que escribió Pérez Reverte: "el problema de España son los hijos... de su madre vivos. Y los tontos".
La actualidad política no se razona, se consume, y para ver qué sucede en realidad debemos ignorar el ruido. Abran los ojos.