juicio por calumnias
juicio por calumnias

El excomisario Villarejo se sienta en el banquillo

Primer juicio al excomisario José Manuel Villarejo.

Está acusado de calumnias por el ex director de los servicios de espionaje español.

Corinna Larsen ha comparecido desde Londres por videoconferencia.

CANAL SUR MEDIA 16 enero 2021

Si un personaje ha condicionado la vida judicial española en los últimos años, ese es el comisario jubilado José Manuel Villarejo, considerado el epítome de las cloacas del Estado, supuesto dueño de miles de archivos comprometedores y que hoy, por vez primera, se ha sentado en un banquillo de los acusados.

Enfrente, por primera vez en su vida también, ha estado el general Félix Sanz Roldán, jefe del espionaje español durante los gobiernos de Zapatero y Rajoy y a quien Villarejo presenta como su gran enemigo y culpable de todos sus males, incluida la prisión preventiva desde hace más de tres años.

Y, como testigo de excepción, a miles de kilómetros de distancia, Corinna Larsen, la antigua amiga del rey Juan Carlos de Borbón, presunta perceptora de los 65 millones de euros de una comisión cobrada por el padre de Felipe VI y supuesta víctima de las amenazadas del exjefe del Centro Nacional de Inteligencia.

Un cara a cara para muchos descafeinado, dado que el juez ha impedido al propio Villarejo representarse a sí mismo e interrogar al que fuera máximo responsable del CNI como pretendía el excomisario.

Fue Sanz Roldán el autor de la denuncia que ha llevado a Villarejo al banquillo por supuestos delitos de calumnias y denuncia falsa. Lo hizo, ha asegurado, para poder seguir mirando a la cara de los miles de agentes que cada día se juegan la vida por su país. Y lo volvería a hacer.

A pesar de todas las páginas que se han escrito sobre su enemistad, el jefe de los espías y el comisario no se conocían y por fin se han visto las caras en un pequeño juzgado de Madrid, al que Villarejo ha llegado desde la cárcel a las 9.20 horas en una ambulancia que ha atravesado una ciudad que trata de recuperarse del demoledor paso de Filomena.

Porque, aunque hay una treintena de piezas por las que está siendo investigado, el primer juicio a Villarejo no se ha celebrado en la Audiencia Nacional y no afecta a sus presuntas actividades de espionaje ilegal, sino a la entrevista que concedió a Jordi Évole en junio de 2017 en la que acusó directamente a Sanz Roldán de amenazar de muerte a Corinna Larsen y a una denuncia en la que lo acusó de filtrar una foto suya y, con ello, abortar una operación antiterrorista.

"Nunca he amenazado a una mujer y a un niño. Jamás", ha zanjado Sanz Roldán, después de que Villarejo y Larsen insistieran en que fue el propio jefe de los espías quien amenazó a la antigua amiga del rey emérito en Londres, la ciudad desde la que hoy ha testificado Larsen en una vista retransmitida en directo.

Ella, en inglés -con una intérprete con la que no siempre ha estado de acuerdo- ha relatado las supuestas maniobras del exjefe de los espías, por orden, ha dejado claro, del entonces jefe del Estado. Todo falso, según Sanz Roldán, salvo que fue a verla a Londres en 2012.

Mucho ha llovido desde la entrevista concedida por Villarejo y ahora Juan Carlos de Borbón vive en Emiratos Árabes, mientras la Fiscalía del Supremo tiene abiertas tres líneas de investigación sobre él.

Villarejo habló cuando ya se sentía perseguido, como demuestran las grabaciones que se han conocido del sumario que se instruye en la Audiencia Nacional en las que se jactaba de que el día que le detuvieran lo primero que entregaría a la Policía serían sus grabaciones a Corinna Larsen hablando del rey emérito.

Este viernes, de nuevo, el excomisario, con la bandera de España en su mascarilla negra, se ha presentado a sí mismo como un patriota y como un valiente, capaz de morir en la cárcel si es necesario con tal de no callar y no ser "un borrego", y ha vuelto a esbozar el amplio historial de servicios al Estado que, supuestamente, jalona su hoja de servicios. "No me arrepiento en absoluto de lo que he hecho".

Un pasado en el que lo mismo se hacía pasar por traficante de armas que por tratante de caballos, según ha contado, pero del que poco se sabe y que hoy mismo ha puesto en duda el director del CNI: ha declarado no conocer ninguna operación en la que participara y ha asegurado que, al menos durante su etapa al frente, no colaboró ni una vez con el espionaje español.

Todo queda difuminado por la neblina de la ley de secretos oficiales, la misma por la que Sanz Roldán no ha contado de qué hablo con Corinna cuando viajó a verla a Londres o por la que no se sabe qué iban a hacer a Melilla Villarejo y el entonces director del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (Citco), José Luis Olivera, cuando se tomó una fotografía que años después se publicó en prensa y que rompió el anonimato bajo el que actuaba el excomisario.

Olivera se ha limitado a apuntar que se trató de la asistencia "a una reunión de inteligencia antiterrorista". Ni palabra de la fuente "muy importante" que, según Villarejo, avisó del atentado que iba a ocurrir en Las Ramblas y de la que el CNI "dijo que no era fiable, porque antes había trabajado para ellos, pero en realidad era un espía marroquí".

Sobre lo que sí ha arrojado luz Olivera es sobre el origen del enfado de Villarejo con Sanz Roldán: el caso Emperador, aquella operación contra una supuesta macrored de fraude fiscal y blanqueo liderada por el ciudadano chino Gao Ping en la que presuntamente participaron empresarios, policías, guardias civiles y en la que apareció el hijo del entonces comisario.

Un caso, por cierto, que sigue sin ser juzgado y que también enemistó a Villarejo como el entonces jefe de la Unidad de Asuntos Internos de la Policía Marcelino Martín Blas, un enfrentamiento que dinamitó la denominada "policía política", que se atribuye haber creado al ministro del Interior Jorge Fernández Díaz. 

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